La integridad entre los obreros
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haber tomado puede ser que no cueste mucho, pero cuando cinco
personas actúan de la misma forma, se apoderan de cinco pequeñas
cantidades. Luego diez, veinte o aun más personas pueden suponer lo
mismo, hasta que diariamente los obreros pueden, para su perjuicio,
apropiarse de muchas pequeñas cantidades que no tienen derecho
de tocar. Muchas pequeñas cantidades constituyen finalmente una
gran cantidad. Pero la mayor pérdida las experimentan los que se
apartan del proceder correcto, porque violan los principios del bien y
aprenden a considerar la transgresión en las cosas pequeñas como si
no fuera realmente una transgresión. Olvidan las palabras de Cristo:
“El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; el que en
lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto”.
Lucas 16:10
.
Cuando se realiza un esfuerzo para corregir esas prácticas ge-
neralmente es recibido como evidencia de tacañería de parte de
los administradores; y algunos no hacen ningún cambio, sino que
continúan endureciendo la conciencia, hasta que ésta se cauteriza.
Se oponen a toda restricción y obran y hablan en forma desafiante,
como si se hubieran violado sus derechos. Pero Dios considera todas
estas cosas como un robo, y así quedan registradas en el cielo.
La Palabra de Dios prohíbe todo fraude y engaño. El robo directo
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y la falsedad no son pecados en los que las personas respetables
corren el peligro de caer. Es la transgresión en las cosas pequeñas
lo que primero conduce al alma lejos de Dios. Adán y Eva, por su
pecado de participar del fruto prohibido, abrieron las compuertas del
mal sobre el mundo. Algunos pueden considerar que la transgresión
es una cosa muy pequeña; pero vemos que sus resultados son cual-
quier cosa menos pequeños. Los ángeles del cielo tienen una esfera
de acción más amplia y más elevada que nosotros, pero lo que es el
bien en su caso y en el nuestro es una misma cosa.
Los administradores del sanatorio no obran impulsados por un
espíritu mezquino ni tacaño al reprochar los males que he menciona-
do, y al requerir lo que es debido hacia esa institución. Proteger los
intereses del sanatorio en ese sentido no es apartarse de un compor-
tamiento digno. Los dirigentes que son fieles, esperan naturalmente
la fidelidad en otros. Estricta integridad debiera gobernar las transac-
ciones de los gerentes y debiera ser exigida de todos los que trabajan
bajo su dirección.