Página 452 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
Los hombres de principio no necesitan la restricción de candados
y llaves; no necesitan ser vigilados y cuidados. Actuarán en forma
recta y honorable en todo tiempo, ya sea que estén solos sin que
nadie los vigile, como también en público. No mancharán sus almas
por ninguna cantidad de ganancia o de ventaja egoísta. Desprecian
las acciones abyectas. Aunque nadie más lo sepa, lo sabrán ellos
mismos, y eso destruiría el respeto de sí mismos. Los que no son
concienzudos y fieles en las cosas pequeñas no se conformarán,
aunque haya normas, restricciones y castigos...
Los que no vencen en las cosas pequeñas carecerán de poder
moral para soportar las tentaciones más grandes. Los que procuran
convertir la honestidad en el principio gobernante en sus transac-
ciones diarias de la vida tendrán que ponerse en guardia para no
“codiciar la plata, el oro ni la ropa de nadie”. Mientras se conforman
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con alimento y ropa adecuados, les resultará más fácil mantener el
corazón y las manos limpios de la contaminación de la codicia y la
falta de honradez...
Los empleados de nuestros sanatorios tienen en muchos sentidos
las mejores ventajas para la formación de los hábitos correctos.
Ninguno será colocado fuera del alcance de la tentación, porque
en todo carácter existen puntos débiles que corren el peligro de
ser atacados... Todos debieran sentir la necesidad de mantener la
naturaleza moral constantemente protegida por la vigilancia. Lo
mismo que fieles centinelas, debieran proteger la ciudadela del alma,
sin sentir nunca que deben relajar su vigilancia por un momento. La
oración ferviente y la fe viva constituyen su única salvaguardia.
Los que comienzan a descuidar sus pasos encontrarán que antes
de darse cuenta, sus pies se habrán enredado en una maraña de
la que no podrán librarse por sí mismos. Ser veraces y honrados
debiera ser un principio estable en todos. Ya sean ricos o pobres,
ya sea que tienen amigos o que vivan solos, independientemente de
lo que suceda, debieran resolver con el poder de Dios que ninguna
influencia los inducirá a cometer un acto equivocado. Todos debieran
comprender que de ellos, individualmente, depende la medida de
prosperidad del sanatorio.