La iglesia debiera despertar
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que resultarán de gran beneficio para quienes no pueden pagarse las
consultas de un médico.
El estudio de la fisiología
Los padres deben tratar de interesar a sus hijos en el estudio de
la fisiología. Pocos jóvenes tienen un conocimiento preciso de los
misterios de la vida. Muchos padres no se interesan bastante en el
estudio del maravilloso organismo humano, de las relaciones y de
la dependencia de sus complicados órganos. Aunque Dios les dice:
“Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como tu alma”, no comprenden, sin embargo, la
influencia del cuerpo sobre el espíritu ni del espíritu sobre el cuerpo.
Dedican su atención a cosas triviales y luego alegan que les falta
el tiempo para obtener la información necesaria que les permitiría
instruir convenientemente a sus hijos.
Si cada uno quisiese obtener conocimientos al respecto y sintiese
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la importancia de ponerlos en práctica, presenciaríamos un estado
de cosas mejor. Padres, enseñad a vuestros hijos a razonar de las
causas a los efectos. Mostradles que si violan las leyes de la salud
tendrán que pagar la transgresión con sufrimientos. Mostradles que
la temeridad respecto a la salud del cuerpo favorece la temeridad
en las cosas morales. Vuestros hijos necesitan cuidado paciente y
fiel. No basta que los alimentéis y los vistáis. Debéis tratar también
de desarrollar su fuerza mental y llenar su corazón de principios
justos. Mas ¡cuán a menudo sucede que la belleza del carácter y la
amabilidad del genio son descuidadas para atender a la apariencia
externa! ¡Oh, padres, no os dejéis gobernar por la opinión del mundo
ni tratéis de alcanzar su norma! Decidid por vosotros mismos cuál
debe ser el objeto esencial de la vida y luego dedicad todos vues-
tros esfuerzos a alcanzarlo. No podéis descuidar impunemente la
educación de vuestros hijos. Los defectos de su carácter publicarán
vuestro descuido a este respecto. Los males que dejéis pasar sin
corrección, los modales bruscos, groseros, y la falta de respeto y
obediencia, las costumbres de indolencia y falta de atención, des-
honrarán vuestro nombre y amargarán vuestra vida. El destino de
vuestros hijos está en gran medida en vuestras manos. Al faltar a
vuestro deber con respecto a ellos, podéis colocarlos en las filas del