Página 657 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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La sencillez en la manera de vestir
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presentó un vestido pulcro, modesto y decoroso, sin aros metálicos
ni faldas que arrastran por el suelo, y que abrigaba adecuadamente
los miembros inferiores. Pero la reforma en la manera de vestir abar-
caba más que acortar los vestidos y abrigar las piernas. Incluía todas
las prendas de vestir. Aliviaba el peso de las caderas al suspender las
faldas de los hombros. Eliminaba los estrechos corsés que compri-
mían los pulmones, el estómago y otros órganos interiores e inducían
una curvatura en la columna y una gran cantidad de enfermedades.
La debida reforma de la manera de vestir hacía provisión para el
desarrollo y la protección de todas las partes del cuerpo..
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Nuestra manera de vestir es un testimonio
Más de un alma que estaba convencida de la verdad se ha visto
inducida a decidirse contra ella por el orgullo y el amor al mundo
que manifestaron nuestras hermanas. La doctrina que se predicaba
parecía clara y armoniosa, y las oyentes sentían que debían tomar
una pesada cruz al aceptar la verdad. Cuando vieron a nuestras
hermanas haciendo tanta ostentación en el vestir, dijeron: “Estas
personas se visten tan vistosamente como nosotras. No pueden creer
realmente lo que profesan; y al fin y al cabo deben estar equivocadas.
Si realmente pensaran que Cristo va a venir pronto, y el caso de
cada alma debe decidirse para la vida o para la muerte eterna, no
dedicarían su tiempo y su dinero a vestirse de acuerdo con las modas
existentes”. ¡Cuán poco sabían del sermón que estaban predicando
sus vestidos, estas hermanas que profesaban tener fe!
Nuestras palabras, nuestras acciones y nuestra indumentaria pre-
dican diariamente y en forma vívida, y juntan para Cristo o dispersan.
Esto no es un asunto trivial, que se ha de dejar a un lado con una
broma. El tema de la indumentaria exige seria reflexión y mucha
oración...
De ninguna manera quisiéramos estimular la negligencia en
el vestir. Que el atavío sea apropiado y decoroso. Aunque se lo
confeccione con una tela de algodón de pocos pesos el metro, debe
mantenérselo aseado y limpio. Si no hay frunces, la persona que
lo ha de llevar no sólo puede ahorrarse algo haciendo el vestido
Las razones por las cuales ahora no se recomienda este estilo de vestido se encuen-
tran en.
Testimonies for the Church 4:635-641
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