Página 658 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
ella misma, sino que puede economizar pequeñas sumas al lavarlo
y plancharlo por sí misma. Las familias se imponen pesadas cargas
al vestir a sus hijos de acuerdo con la moda. ¡Qué despilfarro de
tiempo! Los pequeñuelos tendrían muy buen aspecto con un vestido
sin frunces ni adornos, pero que esté ordenado y limpio. Es tan fácil
lavar y planchar un vestido tal, que este trabajo no se siente como
una carga...
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Los niños sometidos a la moda
Pero el mayor de los males es la influencia que se ejerce sobre
los niños y los jóvenes. Casi tan pronto como vienen al mundo,
están sujetos a las exigencias de la moda. Los niñitos oyen hablar
más del vestido que de su salvación. Ven a sus madres consultando
con más fervor los figurines de modas que la Biblia. Hacen más
visitas a la tienda y a la modista que a la iglesia. La ostentación
exterior recibe mayor consideración que el adorno del carácter. Si
se ensucian los lindos vestidos, ello arranca vivas reprimendas y los
ánimos se vuelven irritables bajo la continua restricción.
Un carácter deformado no molesta tanto a la madre como un
vestido sucio. El niño oye hablar más de los vestidos que de la
virtud; porque la madre está más familiarizada con la moda que con
el Salvador. Con frecuencia, su ejemplo rodea a los jóvenes con una
atmósfera venenosa. El vicio, disfrazado con el atavío de la moda,
se introduce entre los niños.
La sencillez en el vestir hará que una mujer sensata tenga la apa-
riencia más ventajosa para ella. Juzgamos el carácter de una persona
por el estilo del vestido que lleva. El atavío vistoso indica vanidad y
debilidad. Una mujer modesta y piadosa se vestirá modestamente.
Un gusto refinado y una mente culta se revelarán en la elección de
atavíos sencillos y apropiados.
El adorno imperecedero
Hay un adorno que no perecerá nunca, que promoverá la felicidad
de todos los que nos rodean en esta vida y resplandecerá con lustre
inmarcesible en el futuro inmortal. Es el adorno de un espíritu manso
y humilde. Dios nos ha ordenado llevar sobre el alma el atavío