Página 66 - Consejos Sobre la Salud (1989)

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Consejos Sobre la Salud
La carrera cristiana
“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad
corren, mas uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obten-
gáis. Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene: y ellos, a la verdad,
para recibir una corona corruptible; mas nosotros, incorruptible. Así
que, yo de esta manera corro, no como a cosa incierta; de esta manera
peleo, no como quien hiere el aire: antes hiero mi cuerpo, y lo pongo
en servidumbre; no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo
venga a ser reprobado”.
1 Corintios 9:24-27
. Los que participaban
en la carrera a fin de obtener el laurel que era considerado un honor
especial, eran templados en todas las cosas, para que sus músculos,
su cerebro y todos sus órganos estuviesen en la mejor condición
posible para la carrera. Si no hubiesen sido templados en todas las
cosas, no habrían adquirido la elasticidad que les era posible obtener
de esa manera. Si eran templados, podían correr esa carrera con más
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posibilidad de éxito; estaban más seguros de recibir la corona.
Pero, no obstante toda su templanza—todos sus esfuerzos por
sujetarse a un régimen cuidadoso a fin de hallarse en la mejor
condición—, los que corrían la carrera terrenal estaban expuestos
al azar. Podían hacer lo mejor posible, y sin embargo no recibir
distinción honorífica; porque otro podía adelantárseles un poco y
arrebatarles el premio. Uno solo recibía el galardón. Pero en la ca-
rrera celestial, todos podemos correr, y recibir el premio. No hay
incertidumbre ni riesgo en el asunto. Debemos revestirnos de las
gracias celestiales y con los ojos dirigidos hacia arriba, a la corona
de la inmortalidad, tener siempre presente el Modelo. Fue Varón
de dolores, experimentado en quebranto. Debemos tener constante-
mente presente la vida de humildad y abnegación de nuestro divino
Señor. Y a medida que procuramos imitarlo, manteniendo los ojos
fijos en el premio, podemos correr esa carrera con certidumbre, sa-
biendo que si hacemos lo mejor que podamos, lo alcanzaremos con
seguridad.
Los hombres estaban dispuestos a someterse a la abnegación y a
la disciplina para correr y obtener una corona corruptible, que iba a
perecer en un día, y que era solamente un distintivo honroso de parte
de los mortales. Pero nosotros hemos de correr la carrera que brinda
la corona de inmortalidad y la vida eterna. Sí, un inconmensurable