Lecciones de la experiencia de Juan el Bautista
93
to. Dios no requiere que sus hijos se nieguen a sí mismos al punto de
debilitar sus energías físicas. El exige que sus hijos obedezcan las
leyes naturales con el fin de promover una buena salud. El camino de
la naturaleza es el sendero que Dios ha marcado y es suficientemente
amplio para todos los cristianos. Dios nos ha colmado, con su mano
cariñosa, de ricas y abundantes bendiciones para nuestro propio sus-
tento y deleite. Para que nosotros gocemos, sin embargo, del apetito
natural que preserva la salud y prolonga la vida, él restringe ese
[74]
mismo apetito. Cuídense de los apetitos artificiales, nos amonesta,
contrólenlos, rechácenlos. Cuando cultivamos un apetito pervertido,
transgredimos las leyes de nuestro organismo y nos echamos encima
la responsabilidad del abuso de nuestro propio cuerpo y de acarrear
enfermedades sobre nosotros mismos...
El dominio propio es esencial en toda religión genuina. Los
que no han aprendido a negarse a sí mismos se hallan destituidos
de la piedad práctica vital. Es inevitable que las demandas de la
religión afecten nuestras inclinaciones naturales y nuestros intereses
temporales. Todos tenemos una obra que hacer en la viña del Señor.