Página 26 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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Capítulo 3—El cumplimiento del tiempo
“Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,
... para que redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos.
La venida del Salvador había sido predicha en el Edén. Cuando
Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se
cumpliese pronto. Dieron gozosamente la bienvenida a su primo-
génito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento
de la promesa tardó. Los que la recibieron primero, murieron sin
verlo. Desde los días de Enoc, la promesa fué repetida por medio
de los patriarcas y los profetas, manteniendo viva la esperanza de
su aparición, y sin embargo no había venido. La profecía de Daniel
revelaba el tiempo de su advenimiento, pero no todos interpretaban
correctamente el mensaje. Transcurrió un siglo tras otro, y las voces
de los profetas cesaron. La mano del opresor pesaba sobre Israel, y
muchos estaban listos para exclamar: “Se han prolongado los días, y
fracasa toda visión.
Pero, como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señala-
do, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora. Por los
símbolos de las densas tinieblas y el horno humeante, Dios había
anunciado a Abrahán la servidumbre de Israel en Egipto, y había
declarado que el tiempo de su estada allí abarcaría cuatrocientos
años. “Después de esto—dijo Dios,—saldrán con grande riqueza.
Y contra esta palabra se empeñó en vano todo el poder del orgulloso
imperio de los faraones. “En el mismo día” señalado por la promesa
divina, “salieron todos los ejércitos de Jehová de la tierra de Egip-
to.
Así también fué determinada en el concilio celestial la hora en
que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó
aquella hora, Jesús nació en Belén.
“Mas venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo.
La Providencia había dirigido los movimientos de las naciones, así
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como el flujo y reflujo de impulsos e influencias de origen humano, a
tal punto que el mundo estaba maduro para la llegada del Libertador.
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