Página 46 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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El Deseado de Todas las Gentes
Los sacerdotes repetían tradiciones. Hacían alarde de su religión
y de su piedad personal, mientras denunciaban a los griegos y roma-
nos como paganos, y más pecadores que los demás. Los magos no
eran idólatras, y a la vista de Dios ocupaban una posición mucho
más elevada que aquellos que profesaban adorarle; y sin embargo,
los judíos los consideraban paganos. Aun entre aquellos que fueron
designados guardianes de los Santos Oráculos, sus ávidas preguntas
no despertaron simpatía.
La noticia de la llegada de los magos cundió rápidamente por
toda Jerusalén. Su extraña misión creó agitación entre el pueblo,
agitación que penetró hasta en el palacio del rey Herodes. El astuto
idumeo quedó perturbado por la insinuación de que pudiese tener
un rival. Innumerables crímenes habían manchado el camino de su
ascensión al trono. Por ser de sangre extranjera, era odiado por el
pueblo sobre el cual reinaba. Su única seguridad estribaba en el favor
de Roma. Pero este nuevo príncipe tenía un derecho superior. Había
nacido para el reino.
Herodes temió que los sacerdotes estuviesen maquinando con
los extranjeros para excitar un tumulto popular que lo destronase.
Sin embargo, ocultó su desconfianza, resuelto a hacer abortar sus
planes por una astucia superior. Reuniendo a los príncipes de los
sacerdotes y escribas, los interrogó acerca de lo que enseñaban sus
libros sagrados con respecto al lugar en que había de nacer el Mesías.
Esta investigación del que usurpara el trono, hecha a petición de
unos extranjeros, hirió el orgullo de los maestros judíos. La indife-
rencia con que se refirieron a los rollos de la profecía airó al celoso
tirano. Pensó que estaban tratando de ocultarle su conocimiento del
asunto. Con una autoridad que no se atrevían a despreciar, les ordenó
que escudriñasen atentamente y le declarasen el lugar donde debía
nacer el Rey que esperaban. “Y ellos le dijeron: En Bethlehem de
Judea; porque así está escrito por el profeta:
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“Y tú, Bethlehem, de tierra de Judá,
no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá;
porque de ti saldrá un guiador,
que apacentará a mi pueblo Israel.