Página 609 - El Deseado de Todas las Gentes (1955)

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“Haced esto en memoria de mí”
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más tarde, cuando su significado quedó aclarado, vieron allí pruebas
de la paciencia y misericordia de Dios hacia el que más gravemente
pecara.
Aunque Jesús conocía a Judas desde el principio, le lavó los
pies. Y el traidor tuvo ocasión de unirse con Cristo en la partici-
pación del sacramento. Un Salvador longánime ofreció al pecador
todo incentivo para recibirle, para arrepentirse y ser limpiado de la
contaminación del pecado. Este ejemplo es para nosotros. Cuando
suponemos que alguno está en error y pecado, no debemos sepa-
rarnos de él. No debemos dejarle presa de la tentación por algún
apartamiento negligente, ni impulsarle al terreno de batalla de Sa-
tanás. Tal no es el método de Cristo. Porque los discípulos estaban
sujetos a yerros y defectos, Cristo lavó sus pies, y todos menos uno
de los doce fueron traídos al arrepentimiento.
El ejemplo de Cristo prohibe la exclusividad en la cena del Señor.
Es verdad que el pecado abierto excluye a los culpables. Esto lo
enseña claramente el Espíritu Santo
Pero, fuera de esto, nadie ha de
pronunciar juicio. Dios no ha dejado a los hombres el decir quiénes
se han de presentar en estas ocasiones. Porque ¿quién puede leer
el corazón? ¿Quién puede distinguir la cizaña del trigo? “Por tanto,
pruébese cada uno a sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba de
aquella copa.” Porque “cualquiera que comiere este pan o bebiere
esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la
sangre del Señor.” “El que come y bebe indignamente, juicio come
y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor.
Cuando los creyentes se congregan para celebrar los ritos, están
presentes mensajeros invisibles para los ojos humanos. Puede haber
un Judas en el grupo, y en tal caso hay allí mensajeros del príncipe
de las tinieblas, porque ellos acompañan a todos los que se niegan
a ser dirigidos por el Espíritu Santo. Los ángeles celestiales están
también presentes. Estos visitantes invisibles están presentes en toda
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ocasión tal. Pueden entrar en el grupo personas que no son de todo
corazón siervos de la verdad y la santidad, pero que desean tomar
parte en el rito. No debe prohibírseles. Hay testigos que estuvieron
presentes cuando Jesús lavó los pies de los discípulos y de Judas.
Hay ojos más que humanos que contemplan la escena.
Por el Espíritu Santo, Cristo está allí para poner el sello a su
propio rito. Está allí para convencer y enternecer el corazón. Ni una