Capítulo 73—“No se turbe vuestro corazón”
Este capítulo está basado en Juan 13:31-38; 14-17.
Mirando a sus discípulos con amor divino y con la más tierna
simpatía, Cristo dijo: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y
Dios es glorificado en él.” Judas había abandonado el aposento alto,
y Cristo estaba solo con los once. Estaba por hablar de su inminente
separación de ellos; pero antes de hacerlo señaló el gran objeto
de su misión, que recordaba siempre. Se gozaba en que toda su
humillación y sufrimiento iban a glorificar el nombre del Padre. A
esto dirigió primero los pensamientos de sus discípulos.
Luego dirigiéndose a ellos con el término cariñoso de “hijitos,”
dijo: “Aun un poco estoy con vosotros. Me buscaréis; mas, como
dije a los Judíos: Donde yo voy, vosotros no podéis venir; así digo a
vosotros ahora.”
Los discípulos no podían regocijarse cuando oyeron esto. El
temor se apoderó de ellos. Se acercaron aun más al Salvador. Su
Maestro y Señor, su amado Instructor y Amigo, les era más caro
que la vida. A él pedían ayuda en todas sus dificultades, consuelo en
sus tristezas y desencantos. Ahora estaba por abandonarlos, a ellos
que formaban un grupo solitario y dependiente. Obscuros eran los
presentimientos que les llenaban el corazón.
Pero las palabras que les dirigía el Salvador estaban llenas de
esperanza. El sabía que iban a ser asaltados por el enemigo, y que la
astucia de Satanás tiene más éxito contra los que están deprimidos
por las dificultades. Por lo tanto, quiso desviar su atención de “las
cosas que se ven” a “las que no se ven.
Apartó sus pensamientos
del destierro terrenal al hogar celestial.
“No se turbe vuestro corazón—dijo:—creéis en Dios, creed tam-
bién en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra
manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré
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a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y
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