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El Deseado de Todas las Gentes
Juan proclamaba la venida del Mesías, e invitaba al pueblo a
arrepentirse. Como símbolo de la purificación del pecado, bautizaba
en las aguas del Jordán. Así, mediante una lección objetiva muy
significativa, declaraba que todos los que querían formar parte del
pueblo elegido de Dios estaban contaminados por el pecado y que
sin la purificación del corazón y de la vida, no podrían tener parte
en el reino del Mesías.
Príncipes y rabinos, soldados, publicanos y campesinos acudían
a oír al profeta. Por un tiempo, la solemne amonestación de Dios
los alarmó. Muchos fueron inducidos a arrepentirse, y recibieron el
bautismo. Personas de todas las clases sociales se sometieron al re-
querimiento del Bautista, a fin de participar del reino que anunciaba.
Muchos de los escribas y fariseos vinieron confesando sus pe-
cados y pidiendo el bautismo. Se habían ensalzado como mejores
que los otros hombres, y habían inducido a la gente a tener una
alta opinión de su piedad; ahora se desenmascaraban los culpables
secretos de su vida. Pero el Espíritu Santo hizo comprender a Juan
que muchos de estos hombres no tenían verdadera convicción del pe-
cado. Eran oportunistas. Como amigos del profeta, esperaban hallar
favor ante el Príncipe venidero. Y pensaban fortalecer su influencia
sobre el pueblo al recibir el bautismo de manos de este joven maestro
popular.
Juan les hizo frente con la abrumadora pregunta: “¡Oh genera-
ción de víboras! ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Haced,
pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis a decir en
vosotros mismos: Tenemos a Abraham por padre: porque os digo
que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham.”
Los judíos habían interpretado erróneamente la promesa de Dios
de favorecer eternamente a Israel: “Así ha dicho Jehová, que da el
sol para la luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para
la luz de la noche; que parte la mar y braman sus ondas; Jehová
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de los ejércitos es su nombre: Si estas leyes faltaren delante de
mí, dice Jehová, también la simiente de Israel faltará para no ser
nación delante de mí todos los días. Así ha dicho Jehová: Si los
cielos arriba se pueden medir, y buscarse abajo los fundamentos
de la tierra, también yo desecharé toda la simiente de Israel por
todo lo que hicieron, dice Jehová.
Los judíos consideraban que su
descendencia natural de Abrahán les daba derecho a esta promesa.