Tiempo de escudriñar el corazón, 4 de agosto
Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros
mismos.
2 Corintios 13:5
.
Una de las demandas al hombre está determinada por el uso que haya
dado a los dones que Dios le confirió. Los miembros de la familia humana
tienen derecho a llevar el nombre de hombres y mujeres solamente en
la medida en que empleen sus talentos para el bien de otros. Mientras
ayuda a otros es cuando el hombre está más estrechamente unido a Dios.
El que es fiel a su entereza recibida de Dios no solamente procurará la
felicidad de sus prójimos en esta vida sino que los ayudará a obtener el
premio de la vida venidera...
Se le pide al hombre que ame a Dios por sobre todo, con toda el
alma, con todas las fuerzas y con toda la mente; y a su prójimo como
a sí mismo. Esto no le es posible a menos que se niegue a sí mismo.
Negarse a sí mismo significa el dominio del espíritu cuando la pasión
disputa por la supremacía; resistir la tentación de censurar y de hablar
palabras de crítica; tener paciencia con el niño que es lerdo y cuya
conducta es ofensiva y exasperante; permanecer en el puesto del deber
aunque otros cedan; llevar responsabilidades donde y cuando el deber lo
requiera, no para obtener aplauso, no por costumbre, sino por la causa
del Maestro, que ha dado a cada uno de sus seguidores una obra que debe
ser hecha con inalterable fidelidad. Negarse a sí mismo significa hacer lo
bueno cuando la [natural] inclinación guía a servirnos y complacernos
a nosotros mismos. Significa trabajar pacientemente y con alegría por
el bien de otros, aun cuando parezca que nuestros esfuerzos no son
apreciados...
Recordad que necesitáis ser fortalecidos por constante vigilancia y
oración. Mientras miréis a Cristo, seréis salvos; pero en el momento en
que confiéis en vosotros mismos, estaréis en grave peligro. El que está
en armonía con Dios constantemente depende de su ayuda.
The Review
and Herald, 11 de julio de 1907
[226]
—E. L. C.
229