La iglesia de Dios de los últimos días
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asertos que no son apoyados por la Palabra de Dios! Necesitamos
sostener en forma pareja las riendas, a fin de que no se quebrante
el sistema de organización y orden que fue edificado por una la-
bor sobria y cuidadosa. No se debe dar licencia a los elementos
desordenados que desean controlar la obra en este tiempo.
Algunos han sostenido que a medida que nos acercamos al fin del
tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de cualquier
organización religiosa. Pero el Señor me ha indicado que en esta
obra no hay tal cosa como que cada hombre sea independiente
—
Joyas de los Testimonios 3:406 (1909)
.
A medida que nos acercamos a la crisis final, en lugar del senti-
miento de que hay menos necesidad de orden y armonía de acción,
debemos ser más sistemáticos de lo que hemos sido hasta ahora.—
Mensajes Selectos 3:27 (1892)
.
La autoridad especial de la iglesia de Dios
Dios ha investido a su iglesia con especial autoridad y poder que
nadie puede sentirse justificado de desatender o despreciar, porque
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al hacerlo desprecia la voz de Dios.—
Testimonies for the Church
3:417 (1875)
.
Dios ha otorgado a su iglesia el más elevado poder bajo el cielo.
Es la voz de Dios en su pueblo unido como iglesia, la cual debe ser
respetada.—
Testimonies for the Church 3:451 (1875)
.
Un tiempo de debilidad y ceguera espirituales
Recibí confirmación acerca de todo lo que había declarado en
Minneapolis, en cuanto a que debe realizarse una reforma en las
iglesias. Deben producirse reformas, porque ha habido debilidad y
ceguera espirituales en el pueblo que fue bendecido con gran luz y
preciosas oportunidades y privilegios. Como reformadores, habían
salido de las iglesias denominacionales, pero ahora juegan un papel
semejante al que habían desempeñado las iglesias. Esperábamos que
no habría necesidad de otra salida
Aunque procuraremos mantener
Del manuscrito leído ante los delegados a la sesión del congreso de la Asociación
General, realizada en Washington, D.C., el 30 de mayo de 1909.
Esta es la única declaración conocida de la pluma de Elena G. de White indicando
que podría haber perdido confianza en la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo