Página 451 - El Evangelismo (1994)

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La evangelización y la obra médica
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Nuestra obra es tan distintiva como la de Müller
—Dios no
ha encargado ahora a su pueblo la misma obra que encargó a Müller
Müller realizó una obra noble. Pero Dios ha dado a su pueblo una
obra que debe llevar a cabo con un plan diferente. Les ha dado un
mensaje para todo el mundo. Deben entrar en un territorio tras otro
y llevar a cabo una acción agresiva contra los pecados que destruyen
el alma.—
Carta 33, 1900
.
[399]
Trabajo equilibrado en favor de los ricos y los pobres
Ultimamente [1899], se ha despertado un gran interés por las clases
desposeídas y en favor de los pobres; se ha comenzado una gran
obra para elevar a los necesitados y envilecidos. Esto constituye una
buena obra en sí misma. Siempre debiéramos manifestar el espíritu
de Cristo y debiéramos hacer el mismo trabajo que él realizó por
la humanidad sufriente. El Señor tiene una obra que debe hacerse
por los desamparados. Es indudable que algunos tienen el deber de
trabajar entre ellos y de procurar salvar las almas que perecen. Esto
tendrá lugar con la proclamación del mensaje del tercer ángel y la
recepción de la verdad bíblica. Pero existe el peligro de recargar
a todos con esta clase de trabajo debido a la intensidad con la que
se lleva a cabo. Existe el peligro de inducir a algunos hombres a
concentrar sus energías en esta línea de actividad cuando Dios los
ha llamado a realizar algún otro trabajo.
La gran cuestión de nuestro deber hacia la humanidad es un
asunto serio, y se necesita mucha de la gracia de Dios para decidir
cómo trabajar de tal modo que se realice la mayor cantidad de bien.
No todos son llamados a comenzar su obra trabajando entre las
clases más bajas. Dios no requiere que sus obreros obtengan su
educación y preparación a fin de dedicarse exclusivamente a estas
clases.
La dirección de Dios se manifiesta en una forma en que afirmará
la confianza en que la obra ha sido proyectada por él y en que
principios sólidos están a la base de cada acción. Pero he recibido
instrucción de Dios según la cual es peligroso hacer planes para
favorecer a los desamparados en una forma que conduzca a proyectos
irregulares producidos por brotes pasajeros de entusiasmo. Estos
no producirán ningún resultado benéfico real. Así se estimulará a
Jorge Müller, de Bristol, Inglaterra.