Página 123 - El Hogar Cristiano (2007)

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La casa, su construcción y sus muebles
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Amueblad vuestra casa sencillamente, con cosas que resistan al
uso, que puedan limpiarse sin mucho trabajo y renovarse sin gran
costo. Ejercitando vuestro gusto, podéis hacer atractivo un hogar
sencillo si en él reinan el amor y el contentamiento
La felicidad no se halla en una ostentación vacía. Cuanto más
sencillo sea el orden de una familia bien gobernada, tanto más feliz
será ese hogar
Evítese el espíritu de rivalidad
—La vida chasquea y cansa a
muchas personas por la labor innecesaria con que se cargan para
satisfacer las exigencias de la costumbre. Su ánimo está constante-
mente acosado por el anhelo de suplir necesidades hijas del orgullo
y de la moda....
Los gastos, el cuidado y la labor prodigados en aquello que, si
bien no es positivamente perjudicial, resulta innecesario, contribui-
rían mucho a hacer progresar la obra de Dios si se dedicasen a un
objeto más digno. La gente codicia los llamados lujos de la vida,
y para obtenerlos sacrifica la salud, la fuerza y los recursos. Entre
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personas de una misma categoría social se manifiesta un lamentable
espíritu de rivalidad en cuanto a quién hará gala de mayor ostenta-
ción en los vestidos y los gastos para la casa. El sentido de la dulce
palabra “hogar” se ha pervertido al punto que ella se define así: “Un
lugar con cuatro paredes, lleno de muebles elegantes y adornos,”
cuyos habitantes se esfuerzan de continuo para cumplir con lo que
requiere la costumbre en los diferentes aspectos de la vida
Muchos son desdichados en su vida del hogar porque están
esforzándose en extremo para mantener las apariencias. Gastan
grandes sumas de dinero y trabajan sin descanso para obtener cosas
que ostentar y la alabanza de sus asociados, quienes en realidad no
se preocupan para nada de ellos ni de su prosperidad. Un artículo
tras otro es considerado indispensable para el complemento de la
casa hasta que se acumulan muchas adiciones costosas que, si bien
agradan al ojo y complacen el orgullo y la ambición, no aumentan
en lo mínimo la comodidad de la familia. Sin embargo, son cosas
que consumieron fuerzas, paciencia y tiempo valioso que debieran
haberse dedicado al servicio del Señor.
A la preciosa gracia de Dios se le concede el segundo lugar en
relación con cosas que no tienen verdadera importancia; y muchos
pierden la capacidad de ser felices mientras acumulan cosas de