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El Hogar Cristiano
A todos llega la tentación de satisfacer deseos egoístas y exorbi-
tantes, pero recordemos que el Señor de la vida y la gloria vino a este
mundo para enseñar a la humanidad la lección de la abnegación
Los que no viven para sí no dedicarán cada peso a satisfacer
sus necesidades imaginarias ni a proveerse de comodidades, sino
que recordarán que están sirviendo a Cristo y que otros necesitan
también comida y ropa
Economicemos para ayudar a la causa de Dios
—Mucho po-
dría decirse a los jóvenes acerca del privilegio de ayudar a la causa
de Dios aprendiendo lecciones de economía y abnegación. Muchos
piensan que deben darse este o aquel otro gusto, y para hacerlo se
acostumbran a vivir de un modo que consume todas sus entradas.
Dios quiere que obremos mejor al respecto.
Pecamos contra nosotros mismos cuando nos quedamos satisfe-
chos con tener lo suficiente para comer, beber y vestirnos. Dios nos
presenta algo más elevado que esto. Cuando estemos dispuestos a
hacer a un lado nuestros deseos egoístas y dediquemos las facultades
del corazón y de la mente a trabajar en la causa de Dios, los agentes
celestiales cooperarán con nosotros y nos harán una bendición para
la humanidad.
Aunque sea pobre, el joven laborioso y económico puede ahorrar
un poco para la causa de Dios
Cuando nos tientan los gastos inútiles
—Cuando nos vemos
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tentados a gastar dinero en baratijas, debemos recordar la abnegación
de Cristo y su sacrificio propio para salvar al hombre caído. Debemos
enseñar a nuestros hijos a practicar la abnegación y el dominio
propio. La razón por la cual tantos pastores se ven frente a momentos
difíciles en asuntos financieros estriba en que no limitan sus gustos,
apetitos e inclinaciones. El motivo por el cual tantos hombres hacen
bancarrota y se apoderan con improbidad de recursos ajenos reside
en que procuran satisfacer los gustos dispendiosos de sus esposas e
hijos. ¡Con cuánto cuidado debieran los padres y las madres enseñar
economía a sus hijos por el precepto y el ejemplo
¡Ojalá pudiera hacer comprender a cada uno cuán grave es el pe-
cado de malgastar el dinero del Señor en necesidades imaginarias! El
expendio de sumas que parecen pequeñas puede iniciar una cadena
de circunstancias que llegará hasta la eternidad. Cuando sesione el
juicio y los libros sean abiertos, se os revelará el lado de las pérdidas: