Página 94 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
Cuando los maridos exigen de sus esposas una sumisión com-
pleta, declarando que las mujeres no tienen voz ni voluntad en la
familia, sino que deben permanecer sujetas en absoluto, colocan a
sus esposas en una condición contraria a la que les asigna la Escri-
tura. Al interpretar ésta así, atropellan el propósito de la institución
matrimonial. Recurren a esta interpretación simplemente para poder
gobernar arbitrariamente, cosa que no es su prerrogativa. Y más
adelante leemos: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis
desapacibles con ellas.” ¿Por qué habría de ser un marido desapaci-
ble con su esposa? Si descubre que ella yerra y está llena de defectos,
un espíritu de amargura no remediará el mal
Sujetas tan sólo a esposos que se someten a Cristo
—Muchos
maridos, en su trato con sus esposas, no han representado correc-
tamente al Señor Jesucristo en su relación con la iglesia, porque
no andan en el camino del Señor. Declaran que sus esposas han
de someterse en todo a ellos. Pero no era designio de Dios que el
marido ejerciese dominio como jefe de la casa cuando él mismo no
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se somete a Cristo. Debe estar bajo el gobierno de Cristo para repre-
sentar la relación de éste con la iglesia. Si es tosco, rudo, turbulento,
egotista, duro e intolerante, no diga nunca que el marido es cabeza
de la esposa y que ella debe sometérsele en todo; porque él no es el
Señor, no es el marido en el verdadero significado del término. ...
Los maridos deben estudiar el modelo y procurar saber lo que
significa el símbolo presentado en la epístola a los efesios, la relación
que sostiene Cristo con su iglesia. En su familia, el esposo ha de ser
como el Salvador. ¿Se destacará él en la noble virilidad que Dios le
dió, y procurará siempre elevar a su esposa y a sus hijos? ¿Alentará
en derredor suyo una atmósfera pura y dulce? Mientras asevera sus
derechos a ejercer la autoridad, ¿no cultivará tan asiduamente el
amor de Jesús, para hacer de él un principio permanente que rija su
hogar?
Procure cada esposo y padre comprender las palabras de Cristo,
no en forma unilateral, espaciándose simplemente en la sujeción
de la esposa a su marido, sino considerando a la luz de la cruz del
Calvario su propia posición en el círculo de la familia. “Maridos,
amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el
lavacro del agua por la palabra.” Jesús se dió a sí mismo para morir