Página 165 - Hijas de Dios (2008)

Basic HTML Version

El equilibrio en la vida
161
ponsablemente, fracasarán en su intento, porque no la hallarán. La
fuerza física ha desaparecido y ya no existen las energías mentales.
Entonces se dan cuenta de su pérdida, aunque no comprenden su
verdadera naturaleza. Ha llegado el momento de necesidad, pero
sus fuerzas vitales se han agotado. Todo el que viola las leyes de
la salud tarde o temprano experimentará sufrimientos, en mayor o
menor grado. Dios ha dotado a nuestras constituciones con energías
que necesitaremos en diversos períodos de nuestra vida. Pero si
las agotamos imprudentemente en los excesos de nuestro trabajo,
el tiempo nos declarará perdedores. Nuestra utilidad disminuirá y
nuestra vida misma correrá el peligro de arruinarse.
Como norma, el trabajo del día no debe extenderse hasta las
horas de la noche. Si se trabaja a conciencia durante todo el día,
el trabajo extra que se haga en la noche constituirá una carga adi-
cional impuesta al organismo, por lo cual pagará las consecuencias.
Se me ha mostrado que los que se comportan a menudo de esta
manera, pierden más de lo que ganan, porque agotan sus energías
y trabajan a base de nervios sobreexcitados. Tal vez no se percaten
de consecuencias negativas inmediatas, pero con toda seguridad es-
tán menoscabando su organismo.—
Consejos sobre la salud, 98-99
(1890)
.
Cautela acerca del exceso de trabajo
—Recuerden que el hom-
bre debe preservar el talento de la inteligencia, dado por Dios, me-
diante la conservación de la maquinaria física en actividad armonio-
sa. Se necesita ejercicio físico diario para disfrutar de salud. No es
el trabajo, sino el exceso de trabajo, sin períodos de descanso, lo que
quebranta a la gente, y pone en peligro las fuerzas vitales. Los que
[161]
trabajan en exceso pronto llegan a la situación de trabajar en forma
desesperada.
La obra que se hace para el Señor debe hacerse con alegría y va-
lor. Dios quiere que pongamos espíritu, vida y esperanza en nuestra
obra. Los obreros intelectuales deberían prestar la debida atención a
cada parte de la maquinaria humana, distribuyendo equitativamente
la presión. El esfuerzo físico y mental, combinado con sabiduría,
conservará al hombre entero en una condición tal que lo hará acepto
ante Dios [...].
Introduzcan en la tarea diaria esperanza, valor y amabilidad. No
trabajen en exceso. Es mejor dejar de hacer algunas cosas que se