El señor llama a las mujeres a su servicio
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a Dios, todos encontrarían algo que hacer y desearían tener una
parte en su obra. Sembrarían junto a todas las aguas, orando y
creyendo que el fruto llegará. Los obreros prácticos, temerosos de
Dios, crecerán constantemente y rogarán con fe para obtener mayor
gracia y sabiduría celestial que los capacite para hacer el trabajo con
alegría y mente dispuesta. Buscarán los divinos rayos de luz que les
permitan iluminar el camino de los demás.
Aquellos que son colaboradores con Dios, no participarán en
actividades meramente por diversión. No estarán buscando su propio
gozo y felicidad. Al entrar en el servicio del Maestro en el temor
de Dios, obtendrán la felicidad más sustancial. Conectados con
Cristo, serán sabios para la salvación; serán árboles que dan fruto;
desarrollarán una vida sin mancha, un carácter hermoso. La gran
obra de la redención será su suprema consideración. La comida, la
bebida y el vestido; las casas y tierras, serán de interés secundario. La
paz de Dios obrará interiormente para arrancar las ramas retorcidas
y deterioradas del egoísmo, la vanidad, el orgullo y la indolencia.
La fe unida a la acción es lo que constituye la vida del cristiano. No
alcanza con profesar a Cristo y tener nuestros nombres en el libro de
la iglesia. Debiéramos ser obreros para Cristo y por nuestro esfuerzo
personal mostrar que estamos conectados con él.
Las mujeres cristianas están llamadas a servirle. Hay un amplio
campo de acción en el cual pueden ofrecer su servicio al Maestro.
Entre las nobles mujeres que tuvieron el valor moral de decidirse
en favor de la verdad por el peso de la evidencia, se encuentran
muchas que tienen el tacto, la percepción y la habilidad para llegar
a ser obreras de éxito. Hay tareas que se han dejado de lado, o se
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han hecho imperfectamente, que podrían ser cumplidas mediante
su servicio. Pueden llegar a ciertas clases que los ministros no
pueden alcanzar. Hay cargos en la iglesia y en muchas ramas de la
obra que ellas podrían cumplir aceptablemente si fueran instruidas
adecuadamente.
Las mujeres pueden brindar un buen servicio en el campo misio-
nero, escribiendo a sus amigos para conocer sus verdaderos senti-
mientos con relación a la causa de Dios. Muchos elementos valiosos
serán traídos a la luz por este medio. Las obreras no deberían buscar
la exaltación propia, sino la presentación de la verdad en forma
simple cada vez que tengan la oportunidad de hacerlo. El dinero