Página 188 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
Usted cuenta con un fuerte ayudador, y mientras confíe en la se-
guridad que él le da, estará segura. El pámpano sin savia es injertado
en la vid, y al recibir la misma nutrición se transforma en parte de la
viña. La relación más cercana posible entre el pecador y su Salvador
resulta cuando el pecador se transforma en un hacedor de la Palabra.
Entonces el corazón, la voluntad y la mente llegan a estar en una
íntima unión con Cristo. La humanidad finita, débil y desvalida se
une con su fuerza. Tal unión, basada en la confianza y el amor, es lo
que nuestra naturaleza desvalida y dependiente demanda.
Cristo murió una muerte vergonzosa para traernos a Dios. Y
cuando el alma se convence que Cristo puede salvar hasta lo sumo a
los que por fe se allegan a él; cuando se entrega a él como un Salva-
dor suficiente; cuando se aferra a las promesas y cree plenamente
en Jesús, Dios lo declara uno con Cristo. Cuando el alma depende
de Cristo con la simplicidad con que el niño depende de su madre,
entonces es justificado porque llega a ser uno con su sustituto, que a
su vez es su justificación y redención. Este es el amor, que las fibras
de la voluntad y el corazón sean entretejidas en Cristo Jesús.
¿Qué es lo que dijo nuestro Salvador? “No os dejaré huérfanos;
vendré a vosotros”. “El que tiene mis mandamientos, y los guarda,
ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo
le amaré, y me manifestaré a él”.
Juan 14:18, 21
. Cuando las pruebas
ensombrezcan el alma, recuerde las palabras de Cristo; recuerde
que él manifestará su presencia invisible en la persona del Espíritu
Santo. Él le traerá paz y consuelo. El Sol de justicia estará a su lado
para disipar las sombras. “El que me ama, mi palabra guardará; y
mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.
Vers. 23
. Esté de buen ánimo; la luz vendrá y su alma se regocijará
grandemente en el Señor.—
Carta 124, 1897
.
Manténgase firme ante las circunstancias difíciles
Un año y medio después de haberle escrito la carta an-
terior, en octubre de 1898, Elena G. de White le escribió
nuevamente a la Hna. Wessels, animándola a tener fe y
a mantenerse cerca del Señor
.