Página 191 - Hijas de Dios (2008)

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Matrimonio, hogar y familia
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la tierra y abridlas hacia el cielo. Si vuestras voces se elevan en
oración al cielo pidiendo luz, el Señor Jesús, que es la luz y la vida,
la paz y el gozo, escuchará vuestro clamor. El Sol de justicia brillará
en las cámaras de vuestra mente, iluminando el alma. Si le dais la
bienvenida al resplandor de su presencia en vuestro hogar, nunca
más se oirán palabras que causen sentimientos de infelicidad.
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¡Oh, Mary! Le ruego que se detenga y considere cómo está
entristeciendo al Espíritu de Dios. Busque al Señor de todo corazón
para que el Sol de justicia pueda brillar en su alma y operar una
transformación entera; una santificación de cada palabra y cada
acción.
Cómo quisiera clamar en alta voz a cada madre en la tierra:
Santificad vuestro espíritu mediante la gracia que Cristo da gratui-
tamente a aquellos que la piden. Practicad la ternura. Manifestad
un amor santificado por vuestros hijos. Interesaos en su felicidad.
Enseñadles cómo ejercer sentido común. Conectadlos con Dios para
que sepan el propósito que él tiene para ellos. Haced la religión de
Jesús atractiva. Nunca ofendáis al Señor, nuestro Dios, produciendo
disensiones y diferencias. Buscad ser mansas y humildes de corazón,
y cultivad el afecto.
Mis hermanos Nelson, aunque en el pasado habéis estado en
desacuerdo, tenéis ahora la sagrada obligación ante Dios de desarro-
llar al máximo los poderes y habilidades que el Señor os ha dado.
Deberíais aprovechar cada oportunidad para alcanzar un nivel más
elevado. Es el propósito de Dios, comunicado a ustedes por la Hna.
White, su sierva, que contempléis a Jesús, y al contemplarlo, que
seáis transformados en su semejanza. El Señor desea que ya no
seáis niños en vuestra experiencia cristiana sino que, mediante su
gracia impartida, podáis ser completos en él. Si aprovecháis esta
oportunidad de alcanzar una experiencia más elevada, podéis llegar
a ser fuertes y completos en Cristo Jesús.
Hno. Nelson, ¿suavizará y subyugará su naturaleza? Usted puede
llegar a ser como Jesús y ser su misionero, su mano ayudadora.
El Señor nunca deseó que usted fuera dictatorial y severo con los
miembros de su familia, ni con las demás personas con quienes usted
se relaciona. Vivirá esta vida una sola vez; ¿no quisiera gozar la
felicidad de tener un carácter perfecto en esta vida? El Señor quiere
que sea bueno y que haga el bien. Cada uno puede hacer de la vida