Página 273 - Hijas de Dios (2008)

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Cartas de Elena G. de White referidas a las condiciones de su esposo...
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Primera carta
Querida Hna. Lucinda,
Recibimos tu carta ayer por la tarde. También recibimos una de
Jaime. Lucinda, no sé si debo cambiar ahora una certidumbre por
una incertidumbre. Si me fuera al Este, la felicidad de Jaime podría
tornarse irritación y protesta. Estoy completamente disgustada con
este estado de cosas, y no quisiera hacer nada que pudiera desembo-
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car en esto. Cuanto más pienso en el tema, tanto más decidida estoy
a quedarme aquí, a menos que Dios me dé una luz diferente. Quizá
nunca tenga una oportunidad mejor que la que tengo al presente para
hacer el trabajo que Dios me pide que haga. Estoy pidiendo luz, y si
es mi deber asistir a los congresos, lo sabré.
Mary está ayudando ahora, pero si yo vuelvo al Este, ella se
retirará. Satanás ha estado obstruyendo mi trabajo de escribir por
largos años, y no quiero volver a eso. Temo a los cambios de genio
de Jaime; sus fuertes emociones, sus censuras y la forma en que
me juzga. Se ha sentido libre de tratar de restringir mi libertad, y
decirme que es un mal espíritu el que me dirige, etc. Y no es fácil
colocarse nuevamente en una posición donde él se interpondrá en
mi camino y yo en el suyo.
No Lucinda; no pienso asistir a los congresos este año. Dios
en su providencia nos ha dado trabajos que realizar a ambos, y
debemos hacerlos en forma separada, independiente. Él está feliz
y yo también lo estoy; pero me temo que la felicidad cambiaría si
nos encontráramos. Respeto tu juicio, pero creo que debo sentirme
libre de hacer mi trabajo. No puedo soportar el pensamiento de
perjudicar la obra de Dios por la depresión que he experimentado
innecesariamente. Mi trabajo está en Oakland; no voy a dar un solo
paso hacia el Este, a menos que el Señor me diga: “Ve”. Entonces,
alegremente y sin murmurar, lo haré.
Una gran parte de mi utilidad en la vida se ha perdido. Si Jai-
me se hubiera retractado, sería diferente. Él dijo que no debíamos
controlarnos el uno al otro; yo no lo he hecho, pero el sí, y mucho
más. Nunca he sentido este asunto como lo siento ahora. No puedo
tener confianza en el juicio de Jaime con referencia a mi trabajo.
Él parece querer dirigirme como si yo fuera una niña. “No vayas a
tal lugar; no te encuentres con la Hna. Willis porque te va a influir;