Mujeres notables del Antiguo Testamento
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cuando subía a Silo a adorar con su marido, entregaba al niño ese
recordatorio de su amor. Mientras la madre tejía cada una de las
fibras de la pequeña prenda rogaba a Dios que su hijo fuese puro,
noble, y leal. No pedía para él grandeza terrenal, sino que solicitaba
fervorosamente que pudiese alcanzar la grandeza que el cielo apre-
cia, que honrara a Dios y beneficiara a sus conciudadanos.—
Historia
de los Patriarcas y Profetas, 572
.
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Abigail
Este capítulo está basado en 1 Samuel 25.
Abigail era la hermosa, misericordiosa e inteligente esposa de
Nabal, un hombre mezquino y de temperamento violento. Por su
sabia acción fue capaz de evitar un derramamiento de sangre
cuando su esposo trató sin contemplación a David y sus hombres
.
Cuando David era un fugitivo huyendo de Saúl, había acampado
cerca de las posesiones de Nabal y había protegido sus pastores
y rebaños [...]. En tiempos de necesidad, David envió mensajeros
a Nabal en cortés solicitud de alimentos para él y sus hombres.
Nabal respondió con insolencia y devolvió mal por bien al rehusar
compartir su abundancia con sus vecinos. El mensaje de David no
podría haber sido más respetuoso; pero Nabal acusó a David y a sus
hombres falsamente, con el fin de justificar su egoísmo. Los comparó
a esclavos que huían de sus amos. Cuando los mensajeros retornaron
con esta respuesta insolente, se despertó la indignación de David y
resolvió buscar una rápida venganza.—
Manuscript Releases 21:213
(1891)
.
Después que Nabal hubo despedido a los jóvenes de David, uno
de los criados de Nabal se dirigió apresuradamente a Abigail, esposa
de Nabal, y la puso al tanto de lo que había sucedido. “Mira que
David ha enviado mensajeros del desierto para saludar a nuestro amo,
y él los ha despreciado. Aquellos hombres han sido muy buenos con
nosotros, y cuando estábamos en el campo nunca nos trataron mal,
ni nos faltó nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos. Muro
fueron para nosotros de día y de noche, todos los días que hemos
estado con ellos apacentando las ovejas. Ahora, pues, reflexiona y