Página 48 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
judíos, “pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas
las provincias” del Imperio Medo-Persa [...].
Pero las maquinaciones del enemigo fueron derrotadas por un
poder que reina sobre los hijos de los hombres. En la providencia de
Dios, la joven judía Ester, quien temía al Altísimo, había sido hecha
reina de los dominios medo-persas. Mardoqueo era pariente cercano
de ella. En su necesidad extrema, decidió apelar a Jerjes en favor
de su pueblo. Ester iba a presentarse a él como intercesora. Dijo
Mardoqueo: “¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?”
(4:14).
La crisis que arrostró Ester exigía presta y fervorosa acción;
pero tanto ella como Mardoqueo se daban cuenta de que a menos
que Dios obrase poderosamente en su favor, de nada valdrían sus
esfuerzos. De manera que Ester tomó tiempo para comulgar con
Dios, fuente de su fuerza. Indicó a Mardoqueo: “Ve y reúne a todos
los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis
ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas
ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea
conforme a la ley; y si perezco, que perezca” (4:16).
Los acontecimientos que se produjeron en rápida sucesión: la
aparición de Ester ante el rey, el señalado favor que le manifestó, los
banquetes del rey y la reina con Amán como único invitado, el sueño
perturbado del rey, los honores tributados en público a Mardoqueo
y la humillación y caída de Amán al ser descubierta su perversa
maquinación, son todos partes de una historia conocida. Dios obró
admirablemente en favor de su pueblo penitente; y un contradecreto
promulgado por el rey, para permitir a los judíos que pelearan por su
vida, se comunicó rápidamente a todas partes del reino por correos
montados, que “salieron a toda prisa por la orden del rey [...]. Y en
cada provincia y en cada ciudad donde llegó el mandamiento del
rey, los judíos tuvieron alegría y gozo, banquete y día de placer. Y
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muchos de entre los pueblos de la tierra se hacían judíos, porque el
temor de los judíos había caído sobre ellos” (8:14, 17).—
La Historia
de Profetas y Reyes, 440-443
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