Capítulo 3—Mujeres notables del Nuevo
Testamento
Durante los años del ministerio terrenal de Cristo, mujeres
piadosas colaboraron en la obra que el Salvador y sus discípulos
llevaban a cabo. Si los que se oponían a esta obra hubiesen podido
encontrar cualquier cosa extraña en la conducta de esas mujeres,
esto habría bastado para cerrar la obra de inmediato. Pero
mientras las mujeres trabajaban con Cristo y los apóstoles, toda la
obra era conducida en un plano tan elevado que la colocaba por
encima de toda sombra de sospecha. Las mentes de todos eran
dirigidas hacia las Escrituras, antes que a los individuos. La verdad
se proclamaba en forma inteligente y de manera tan sencilla que
todos podían comprenderla.—
El Evangelismo, 54
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Elisabet, madre de Juan el Bautista
Este capítulo está basado en Lucas 1.
“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado
Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y
se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de Dios, y andaban
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irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.
Pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya
de edad avanzada. Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio
delante de Dios según el orden de su clase, conforme a la costumbre
del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en
el santuario del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera
orando a la hora del incienso. Y se le apareció un ángel del Señor
puesto en pie a la derecha del altar del incienso. Y se turbó Zacarías
al verlo, y lo sobrecogió temor. Pero el ángel le dijo: “Zacarías, no
temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a
luz un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y
muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante
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