Página 68 - Hijas de Dios (2008)

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Hijas de Dios
Jesús conoce la preocupación del corazón de cada madre. El
que tuvo una madre que luchó con la pobreza y la privación, se
compadece de cada madre por sus trabajos. El que hizo un largo
viaje para aliviar el ansioso corazón de una mujer cananea, hará otro
tanto por las madres de hoy. El que devolvió a la viuda de Naín
su único hijo, y en su agonía sobre la cruz se acordó de su propia
madre, se conmueve hoy por la tristeza de una madre. En todo pesar
y en toda necesidad, dará consuelo y ayuda.—
El Deseado de Todas
las Gentes, 473 (1898)
.
Hasta resucitaba los muertos el Salvador. Uno de ellos fue el hijo
de la viuda de Naín. Ya se lo llevaban al sepulcro cuando encontraron
a Jesús. Tomó al joven por la mano, lo levantó, y lo entregó vivo a su
madre. Cada acompañante regresó a su casa con exclamaciones de
regocijo y alabanzas a Dios.—
Cristo Nuestro Salvador, 69 (1896)
.
Las mujeres al pie de la cruz
Este capítulo está basado en Marcos 15 y Lucas 23.
Cuando Jesús pareció expirar ante el peso de la cruz, muchas
mujeres, aun aquellas que no creían en él, se angustiaron por sus
sufrimientos y comenzaron a llorar y lamentarse. Al revivir de su
agotamiento, Cristo las miró con tierna compasión. Sabía que no
se lamentaban porque era el enviado de Dios, sino por motivos
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humanitarios. Dirigiéndose a las llorosas mujeres les dijo: “Hijas de
Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por
vuestros hijos”.
Lucas 23:28
.
Jesús no despreció sus lágrimas; por el contrario, se despertó
en su propio corazón una profunda compasión hacia ellas. Olvidó
su propia aflicción y comenzó a contemplar el futuro destino de
Jerusalén. Hacía pocas horas que el pueblo había gritado, “Su sangre
sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”.
Mateo 27:25
. Pronto
comprenderían cuán ciegamente habían invocado el aciago destino
que les esperaba. Muchas de aquellas mismas mujeres que lloraban
y se lamentaban por Cristo, iban a perecer con sus hijos durante el
sitio de Jerusalén.—
The Spirit of Prophecy 3:151 (1878)
.
Las mujeres que habían venido de Galilea permanecieron con
Juan, el discípulo, para ver qué se dispondría acerca del cuerpo de