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Hijas de Dios
La madre [de Santiago y Juan] era discípula de Cristo y le había
servido generosamente con sus recursos.—
El Deseado de Todas las
Gentes, 502 (1898)
.
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El registro bíblico declara que “Jesús iba por todas las ciudades y
aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los
doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus
malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la
que habían salido siete demonios. Juana, mujer de Chuza intendente
de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes”.
Lucas 8:1-3
. Tanto Cristo como sus discípulos ministraban en las
villas y ciudades. Y aquellos que habían estado en la verdad por
más tiempo que los nuevos conversos, colaboraban con sus bienes
materiales.—
The Review and Herald, 3 de febrero de 1891
.
Entre los creyentes a quienes se les había dado la comisión,
había muchos que provenían de los caminos más humildes de la
vida; hombres y mujeres que habían aprendido a amar a su Señor,
y que habían determinado seguir su ejemplo de renunciamiento. A
estas personas de limitado talento y humilde origen, les fue dada
la comisión “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda
criatura”, tanto como a los discípulos que habían estado con el Sal-
vador durante su ministerio en la tierra. Estos humildes seguidores
de Jesús compartieron con los apóstoles la reconfortante promesa
del Señor: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo”.
Mateo 28:20
.—
The Review and Herald, 24 de marzo de
1910
.
Las mujeres que habían seguido humildemente a Jesús en vida,
no quisieron separarse de él hasta verlo sepultado en la tumba y esta
cerrada con una pesadísima losa de piedra, para que sus enemigos no
fueran a robar el cuerpo. Pero no necesitaban temer, porque vi que
las huestes angélicas vigilaban solícitamente el sepulcro de Jesús,
esperando con vivo anhelo la orden de cumplir su parte en la obra de
librar de su cárcel al Rey de gloria.—
Primeros Escritos, 180 (1882)
.
María se dirigió presurosa a los discípulos para informarles
de que Jesús no estaba en el sepulcro donde había sido colocado.
Mientras tanto, las otras mujeres que habían quedado esperándola,
hicieron una inspección más minuciosa del interior del sepulcro,
para cerciorarse de que en verdad no estaba allí. Repentinamente,
un hermoso joven vestido en ropas resplandecientes apareció ante