Página 73 - Hijas de Dios (2008)

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Mujeres notables del Nuevo Testamento
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su vista sentado junto al sepulcro. Era el ángel que había removido
la piedra, y que ahora asumía una apariencia humana para no ate-
rrorizar a aquellas mujeres que habían seguido a Jesús y lo habían
apoyado en su ministerio público. Sin embargo, a pesar de que el
ángel disminuyó su brillo, las mujeres quedaron sorprendidas y ate-
rrorizadas por la gloria del Señor que lo rodeaba. Se disponían a
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huir del sepulcro, cuando el mensajero celestial se dirigió a ellas con
estas suaves y consoladoras palabras: “No temáis vosotras, porque
yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues
ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el
Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los
muertos y va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis. Ya os lo he
dicho”.
Mateo 28:5-7
.—
The Spirit of Prophecy 3:199 (1878)
.
Dorcas
Este capítulo está basado en Hechos 9:36-42.
Dorcas era una mujer muy amada, que siempre hacía el bien y
ayudaba a otros, especialmente a los pobres. Cuando murió, los
creyentes buscaron a Pedro que estaba en Lida, una ciudad cercana
.
En Jope había una mujer llamada Dorcas, cuyos hábiles dedos
permanecían más activos que su lengua. Ella sabía quién necesitaba
ropa cómoda y quién necesitaba asistencia, y generosamente atendía
las necesidades de ambos grupos. Y cuando Dorcas falleció, la
iglesia en Jope se dio cuenta de su pérdida. Con razón se pusieron de
luto y se lamentaron y derramaron cálidas lágrimas sobre el cuerpo
inerte. Ella era de tan alto valor que por medio del poder de Dios fue
regresada del país del enemigo, con el fin de que su destreza y energía
pudieran todavía ser una bendición para los demás.—
Testimonies
for the Church 5:284 (1885)
.
“Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió”. La iglesia
de Jope sintió su pérdida; y oyendo que Pedro estaba en Lida, los
creyentes le mandaron mensajeros “a rogarle: “No tardes en venir
a nosotros”. Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando
llegó, lo llevaron a la sala, donde lo rodearon todas las viudas, lloran-
do y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando