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Hijas de Dios
El estudio de la Biblia desarrolla el intelecto
—“Santifícalos
en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Juan 17:17
. La Palabra de Dios
debiera ser considerada el gran poder educador. ¿Cómo pueden los
estudiantes conocer la verdad si no es por un estudio diligente, fervo-
roso y cuidadoso de la Palabra? Allí se encuentra el gran estímulo; la
fuerza escondida que despierta los poderes físicos y mentales y dirige
la vida por los canales correctos. Allí en la Palabra está la sabiduría,
la poesía, la historia, la biografía y la más profunda filosofía. Allí
está el estudio que despierta la mente a una vida vigorosa y saludable
y la dispone para el ejercicio más elevado. Si se estudia la Biblia
con un espíritu dócil y educable, es imposible que el intelecto no se
desarrolle y fortalezca. Aquellos que mejor conocen la sabiduría y
el propósito de Dios tal cual están revelados en su Palabra, llegan
a ser hombres y mujeres con fuerza mental; y llegan a ser obreros
eficientes junto al gran educador, Cristo Jesús.—
Fundamentals of
Christian Education, 432 (1896)
.
La Biblia, el mayor de todos los educadores
—El libro que
es indispensable que todos estudien es la Biblia. Estudiada con
reverencia y temor piadoso, resulta el mayor de todos los educadores.
En ella no hay engaño. Sus páginas rebosan de verdad. ¿Deseamos
obtener conocimiento de Dios y de Cristo, a quien él envió al mundo
para vivir y morir por los pecadores? Un estudio fervoroso y diligente
de la Biblia es necesario para obtener este conocimiento.—
Consejos
sobre la salud, 366 (1903)
.
Las mujeres deben educar sus mentes
—Las mujeres que pro-
fesan piedad generalmente no educan la mente. La dejan sin control,
para que divague por donde quiera. Este es un gran error. Algunas
parece que no tuvieran capacidad mental. No han educado la mente
para que piense; y porque no lo han hecho, suponen que no pue-
den. La meditación y la oración son necesarias para crecer en la
gracia.—
Testimonies for the Church 2:170 (1856)
.
Haced de la mente un depósito de verdad
—¡Oh! ¿cuál es
nuestra excusa, hermanas mías, para no dedicar tanto tiempo como
podamos al estudio de las Escrituras, haciendo de la mente un al-
macén de cosas preciosas, a fin de que podamos presentarlas a las
personas que no se interesan en la verdad? ¿Se levantarán nuestras
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hermanas para hacer frente a esta emergencia? ¿Trabajarán para el
Maestro?—
Joyas de los Testimonios 2:405 (1900)
.