Página 21 - La Historia de la Redenci

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La caída de Lucifer
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por la fuerza el puesto y la autoridad que no se les había concedido
voluntariamente
Los ángeles leales se apresuraron a llegar hasta el Hijo de Dios
y le comunicaron lo que ocurría entre los ángeles. Encontraron al
Padre en consulta con su amado Hijo para determinar los medios por
los cuales, por el bien de los ángeles leales, pondrían fin para siempre
a la autoridad que había asumido Satanás. El gran Dios podría haber
expulsado inmediatamente del cielo a este archiengañador, pero ese
no era su propósito. Daría a los rebeldes una justa oportunidad para
que midieran su fuerza con su propio Hijo y sus ángeles leales.
En esa batalla cada ángel elegiría su propio bando y lo pondría de
manifiesto ante todos. No hubiera sido conveniente permitir que
permaneciera en el cielo ninguno de los que se habían unido con
Satanás en su rebelión. Habían aprendido la lección de la genuina
rebelión contra la inmutable ley de Dios, y eso es irremediable. Si
Dios hubiera ejercido su poder para castigar a este jefe rebelde, los
ángeles subversivos no se habrían puesto en evidencia; por eso Dios
siguió otro camino, pues quería manifestar definidamente a toda la
hueste celestial su justicia y su juicio.
Guerra en el cielo
Rebelarse contra el gobierno de Dios era un crimen enorme.
Todo el cielo parecía estar en conmoción. Los ángeles se ordenaron
en compañías; cada división tenía un ángel comandante al frente.
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Satanás estaba combatiendo contra la ley de Dios por su ambición
de exaltarse a sí mismo y no someterse a la autoridad del Hijo de
Dios, el gran comandante celestial.
Se convocó a toda la hueste angélica para que compareciera ante
el Padre, a fin de que cada caso quedase decidido. Satanás manifestó
con osadía su descontento porque Cristo había sido preferido antes
que él. Se puso de pie orgullosamente y sostuvo que debía ser igual
a Dios y participar en los concilios con el Padre y comprender sus
propósitos. El Señor informó a Satanás que sólo revelaría sus secre-
tos designios a su Hijo, y que requería que toda la familia celestial,
Así fue como Lucifer, el “portaluz”, el que compartía la gloria de Dios, el ministro
de su trono, mediante la transgresión se convirtió en Satanás, el “adversario”.
Historia de
los Patriarcas y Profetas, 19
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