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La Historia de la Redención
pecador, la gente tenía un freno; pero cuando dejó de interponerse
entre el hombre y el Padre, el freno desapareció y Satanás ejerció un
dominio completo sobre los que finalmente quedaron impenitentes.
Era imposible que las plagas fueran derramadas mientras Jesús
oficiaba en el santuario; pero cuando terminó su obra allí y cesó su
intercesión, nada detuvo ya la ira de Dios que descendió furiosa-
mente sobre las desamparadas cabezas de los culpables pecadores,
que descuidaron la salvación y aborrecieron las reprensiones. En
ese terrible momento, después que terminó la mediación de Jesús,
los santos tuvieron que vivir sin intercesor en presencia del Dios
santo. Cada caso ya estaba decidido y cada joya numerada. Jesús
se detuvo un momento en la parte exterior del santuario celestial, y
los pecados que habían sido confesados mientras estaba en el lugar
santísimo fueron depositados sobre Satanás, originador del pecado,
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que debe sufrir su castigo
Entonces vi que Jesús se despojaba de sus vestiduras sacerdotales
y se revestía de sus más regias galas. Llevaba en la cabeza muchas
coronas, una corona dentro de otra. Rodeado de la hueste angélica,
dejó el cielo. Las plagas estaban cayendo sobre los moradores de
la tierra. Algunos acusaban a Dios y lo maldecían. Otros acudían
presurosos al pueblo de Dios para suplicarle que les enseñara cómo
escapar de los juicios divinos. Pero los santos no tenían nada que
decirles. La última lágrima había sido derramada en favor de los
pecadores, había sido ofrecida la última angustiosa oración, se había
soportado la última carga y se había dado el postrer aviso. La dulce
voz de la misericordia ya no había de invitarlos. Cuando los santos
y el cielo entero se interesaban por su salvación, ellos no se habían
interesado en sí mismos. La vida y la muerte estuvieron frente a ellos.
Muchos deseaban la vida, pero no se esforzaron por obtenerla. No
escogieron la vida, y ya no había sangre expiatoria para purificar a los
Este sufrimiento de Satanás no es, de ningún modo, una expiación vicaria. Tal como
se declara en un capítulo anterior: “En su condición de sustituto y seguridad del hombre,
la iniquidad de éste fue depositada sobre Cristo”. (Véase la página 233.) Pero después
que hayan sido redimidos los que aceptaron el sacrificio de Cristo, ciertamente es justo
que Satanás, el originador del pecado, sufra un castigo final. La Hna. White lo aclara en
otra parte: “Cuando el servicio de propiciación haya terminado en el santuario celestial,
entonces, en presencia de Dios y de los santos ángeles y de la hueste de los redimidos, los
pecados del pueblo de Dios serán puestos sobre Satanás; se lo declarará culpable de todo
el mal que les ha hecho cometer”.
El Conflicto de los Siglos, 716
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Los compiladores
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