Refuerzos de ángeles, 6 de septiembre
He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre
toda fuerza del enemigo.
Lucas 10:19
.
El hombre caído es el cautivo legítimo de Satanás. La misión de Cristo
consistió en rescatarlo del poder de su gran adversario. El hombre se inclina
por naturaleza a seguir las sugestiones de Satanás, y no puede resistir con
éxito a un enemigo tan terrible, a menos que Cristo, el poderoso Vencedor,
more en él, guíe sus deseos y le fortalezca. Sólo Dios puede limitar el poder
de Satanás... Satanás conoce mejor que los hijos de Dios el poder que ellos
pueden tener sobre él cuando su fuerza está en Cristo. Cuando el más débil
creyente en la verdad solicita humildemente ayuda al poderoso Vencedor,
confiando firmemente en Cristo, puede repeler con éxito a Satanás y toda
su hueste.—
Joyas de los Testimonios 1:117
. (Traducción revisada.)
Satanás llamará en su ayuda legiones de sus ángeles para oponerse a los
progresos hasta de un alma, y si posible fuese, la arrebataría de las manos
de Cristo... Pero si el que está en peligro persevera, y en su impotencia
se aferra a los méritos de la sangre de Cristo, nuestro Salvador escucha la
ferviente oración de fe, y envía refuerzos de ángeles poderosos en fortaleza
para que lo libren. Satanás no puede soportar que se recurra a su poderoso
rival, porque teme y tiembla ante su fuerza y majestad. Al sonido de la
oración ferviente, toda la hueste de Satanás tiembla.—
Ibid. 121, 122
.
Sólo la amante compasión de Cristo, su divina gracia, su poder om-
nipotente pueden capacitarnos para desbaratar al implacable enemigo y
someter nuestros propios corazones rebeldes. ¿Cuál es nuestra fuerza? El
gozo del Señor. Que el amor de Cristo llene nuestros corazones y estaremos
preparados para recibir el poder que él tiene para nosotros.—
En Lugares
Celestiales, 66
.
Al contemplar a Cristo con el propósito de llegar a ser semejante a él, el
buscador de la verdad ve la perfección de los principios de la ley de Dios,
y ya no se satisface con nada que no sea la perfección... Debe librar una
batalla contra los rasgos que Satanás ha estado fortaleciendo para poder
emplearlos... El Salvador lo fortalecerá y lo ayudará cuando se acerque
suplicando gracia y eficiencia.—
The Review and Herald, 31 de marzo de
1904
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—M. G. de D.
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