Página 303 - La Maravillosa Gracia de Dios (1973)

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La oración diaria es esencial, 8 de octubre
Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz cada día, y sígame.
Lucas 9:23
.
Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar, debemos
formar hábitos correctos en nuestra vida religiosa. La oración diaria es tan
esencial para el crecimiento en la gracia y aun para la misma vida espiri-
tual, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico. Deberíamos
acostumbrarnos a elevar con frecuencia los pensamientos a Dios en oración.
Si la mente se desvía, debemos hacerla volver; por el esfuerzo perseverante,
el hábito lo hará fácil al final. No hay seguridad separándonos un solo mo-
mento de Cristo. Podemos contar con su presencia para ayudarnos a cada
paso, pero sólo si observamos las condiciones que él mismo ha dictado.
La religión debe convertirse en la gran tarea de la vida. Todas las demás
cosas deberían subordinarse a ésta. Todas nuestras facultades mentales, físi-
cas y espirituales deben ser empleadas en la lucha cristiana. Debemos mirar
a Cristo para recibir fuerza y gracia, y ganaremos la victoria tan ciertamente
como que Jesús murió por nosotros.—
Mensajes para los Jóvenes, 112, 113
.
Queridos jóvenes, no descuidéis, al empezar el día, el orar ferviente-
mente a Jesús para que os imparta la fuerza y la gracia para resistir las
tentaciones del enemigo en cualquier forma que se presenten; y si oráis
fervientemente, con fe y contrición de alma, el Señor oirá vuestra oración.
Pero debéis velar lo mismo que orar...
Los niños y los jóvenes pueden acudir a Jesús con sus cargas y perpleji-
dades y saber que él respetará sus súplicas y les dará precisamente lo que
necesiten. Sed fervientes; sed resueltos. Presentad la promesa a Dios, y lue-
go creed, sin una duda. No esperéis sentir emociones especiales antes que
os parezca que el Señor contesta. No indiquéis ningún modo particular en
que el Señor deba obrar por vosotros antes de creer que recibiréis las cosas
que le pedís, sino confiad en su palabra y dejad todo el asunto en manos del
Señor, con la plena fe de que vuestra oración será honrada y recibiréis la
respuesta en el momento exacto y en la forma precisa en que vuestro Padre
celestial crea que es para bien vuestro; luego poned en práctica vuestras
oraciones. Andad humildemente, y seguid avanzando.—
Ibid. 120, 121
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0—M. G. de D.
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