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              Mensajes Para los Jóvenes
            
            
              ¿Cómo puede el que alguna vez ha probado el amor de Cristo,
            
            
              satisfacerse con las frivolidades de la moda? Mi corazón se apena
            
            
              al ver a los que profesan ser seguidores del manso y humilde Jesús,
            
            
              tan ansiosos por adaptarse a la norma mundana de vestir. Apenas
            
            
              pueden ser distinguidos del incrédulo, a pesar de su profesión de
            
            
              piedad. No gozan de una vida religiosa. Dedican su tiempo y sus
            
            
              medios al solo objeto de vestirse para hacer ostentación.
            
            
              El orgullo y la extravagancia en el vestir es un pecado al que
            
            
              tiene especial tendencia la mujer. De aquí que el mandato del apóstol
            
            
              se refiera directamente a ella: “Asimismo que las mujeres se atavíen
            
            
              de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso,
            
            
              ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como
            
            
              corresponde a mujeres que profesan piedad”
            
            
            
            
              Se necesita una reforma
            
            
              Vemos que gana constantemente terreno en la iglesia un mal
            
            
              que la Palabra de Dios condena. ¿Cuál es el deber de los que tienen
            
            
              autoridad, con respecto a este asunto? La influencia de la iglesia,
            
            
              ¿será lo que debiera ser, mientras muchos de sus miembros obedecen
            
            
              los dictados de la moda, en lugar de la voluntad de Dios, claramen-
            
            
              te expresada? ¿Cómo podemos esperar la presencia y ayuda del
            
            
              Espíritu Santo mientras permitimos que estas cosas existan entre no-
            
            
              [354]
            
            
              sotros? ¿Podemos guardar silencio mientras los profesos seguidores
            
            
              de Cristo ponen a un lado sus enseñanzas? Estas cosas causan pena
            
            
              y perplejidad a los que tienen a su cargo el cuidado de la iglesia de
            
            
              Dios. ¿No reflexionarán sinceramente mis hermanos cristianos, ora-
            
            
              rán sobre este asunto? ¿No tratarán de dejarse guiar por la Palabra de
            
            
              Dios? El tiempo extra gastado en la preparación de la indumentaria
            
            
              de acuerdo con las modas del mundo, debería dedicarse a un examen
            
            
              prolijo del corazón y al estudio de las Escrituras.
            
            
              Las horas que ahora se pueden considerar peor que malgastadas
            
            
              porque se las dedica a preparar adornos innecesarios, serían más
            
            
              valiosas que el oro si se las emplease en adquirir principios rectos
            
            
              y dotes sólidas. Me duele el corazón al ver señoritas que profesan
            
            
              seguir a Cristo y que ignoran prácticamente su carácter y voluntad.
            
            
              Estas jóvenes se han conformado con alimentarse de desperdicios.
            
            
            
              1 Timoteo 2:9, 10
            
            
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