El estudiante de medicina
Mientras se prepara para su vocación, al estudiante de medicina
se le debe estimular a alcanzar el más alto desarrollo posible de
todas sus facultades. Sus estudios, por exigentes que sean, no nece-
sitan forzosamente minar su salud física, ni disminuir su regocijo
en las cosas espirituales. Durante toda su preparación, puede crecer
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continuamente en la gracia y en el conocimiento de la verdad; y al
mismo tiempo, aumentar sin cesar la reserva de conocimiento que le
hará un sabio en su profesión.
A los estudiantes de medicina quisiera decirles: Iniciad vuestros
estudios con la resolución de hacer lo recto y conservar los prin-
cipios cristianos. Huid de la tentación, y evitad toda influencia del
mal. Conservad vuestra integridad del alma. Mantened un aprecio
concienzudo de la verdad y la justicia. Sed fieles en las responsabi-
lidades más pequeñas, y mostraos reflexivos, críticos, con corazón
sano e íntegros, siendo leales a Dios y fieles a la humanidad.
Oportunidades
Hay oportunidades delante de vosotros; si sois estudiosos y
sinceros podréis obtener una educación del más alto valor. Sacad el
mejor partido de vuestros privilegios. No os conforméis con logros
comunes; procurad calificaros para ocupar puestos de confianza
en relación con la obra del Señor en la tierra. Unidos con el Dios
de sabiduría y poder, podéis llegar a ser intelectualmente fuertes y
cada vez más capaces como ganadores de almas. Podéis llegar a ser
hombres y mujeres de responsabilidad e influencia si, por el poder
de la voluntad acoplada con la fuerza divina, os dedicáis con fervor
al trabajo de obtener la preparación adecuada.
Ejercitad las facultades mentales, y en ningún caso descuidéis el
desarrollo físico. No permitáis que la pereza intelectual os cierre el
paso a mayores conocimientos. Aprended a reflexionar tanto como
a estudiar, para que vuestra mente se amplíe, fortalezca y desarrolle.
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