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El Ministerio Médico
comidas cuando quiera que se presenta la tentación. Si los profesos
cristianos desean superar deficiencias que los perturban, como por
qué tienen la mente tan torpe o por qué son tan débiles sus aspira-
ciones religiosas, no necesitan en muchos casos ir más allá que la
mesa; hay ahí causa suficiente, si no existe otra.
Muchos se apartan de Dios por complacer su apetito. El que
advierte la caída de un pajarillo, el que cuenta hasta los cabellos,
anota el pecado de los que satisfacen un apetito pervertido a expensas
del debilitamiento de las fuerzas físicas, del entorpecimiento del
intelecto y del embotamiento de las percepciones morales.
Hábitos de salud del maestro
Los maestros mismos debieran prestar debida atención a las le-
yes de la salud de modo que puedan conservar sus propias facultades
en la mejor condición posible, y por ejemplo y precepto, ejercer
una correcta influencia sobre sus alumnos. El maestro cuyas fuerzas
físicas están ya debilitadas por la enfermedad o el exceso de trabajo,
debe prestar atención especial a las leyes de la vida. Debiera darse
tiempo para recrearse. No debiera aceptar responsabilidades fuera
de su trabajo escolar. Eso puede recargarlo física y mentalmente
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de tal modo que se le desequilibre el sistema nervioso; así queda-
ría incapacitado para tratar con la mente de sus alumnos, y no se
beneficiaría él mismo ni sus alumnos.
Nuestras instituciones de enseñanza debieran estar provistas
de todo lo que facilite la instrucción referente al mecanismo del
cuerpo humano. Se ha de enseñar a los estudiantes a respirar, leer
y hablar de modo que la tensión no sobrevenga a la garganta y
a los pulmones, sino a los músculos abdominales. Los maestros
también necesitan educarse en esto. Nuestros estudiantes debieran
tener una perfecta preparación para que puedan entrar en la vida
activa con un conocimiento inteligente de la morada que Dios les ha
dado. Enseñadles que tienen que seguir siendo estudiantes mientras
vivan. Y mientras les enseñáis, recordad que ellos enseñarán a otros.
Vuestra lección será repetida para provecho de muchos.—
FEC, 272-
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