La cura mental santificada
La luz que se me ha dado es que si la hermana que usted men-
ciona levantara el ánimo y cultivara su gusto por la alimentación
integral, todas estas temporadas de desaliento desaparecerían. Ella
ha cultivado su imaginación; el enemigo ha tomado ventaja de su
debilidad corporal y su mente no está preparada para soportar las
rudezas de la vida diaria. Lo que ella necesita es una cura mental
buena y santificada, un aumento de la fe y un servicio activo en
favor de Cristo. Ella necesita también el ejercicio de los músculos
en la labor práctica externa. El ejercicio físico será para ella una
de las mayores bendiciones de su vida. Ella no tiene por qué ser
inválida, sino más bien saludable, con una capacidad mental amplia,
preparada para hacer su parte noblemente y en forma adecuada.
Todo el tratamiento que se pueda otorgar a esta hermana será de
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muy poco beneficio a menos que ella haga su parte. Ella necesita
fortalecer los músculos y los nervios mediante la labor física. No
tiene por qué ser inválida; en verdad, puede hacer una buena labor
en forma eficiente. Como muchos otros, ella tiene una imaginación
enfermiza. Pero puede vencer eso y ser saludable. He tenido que dar
este mensaje a muchos, y con los mejores resultados.
Invalidez crónica
Una vez me llamaron para que viera a una joven mujer a quien
yo conocía. Estaba enferma y empeoraba cada vez más. Su madre
deseaba que yo orara por ella. La madre estaba de pie al lado de su
lecho y decía: “Pobre niña; no puede vivir mucho tiempo”. Le tomé
el pulso; oré con ella y luego le dije:
—“Mi hermana, si usted se levanta, se viste y va a hacer su
trabajo usual en la oficina, todo este invalidismo desaparecerá.
—¿Piensa usted que esto pasará?—preguntó.
—Con seguridad que sí. Usted casi ha matado sus fuerzas vitales
por el invalidismo,—reliqué. Me volví a la madre y le dije que su
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