Página 221 - El Ministerio M

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Un sistema peligroso de cura mental
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que parece maravilloso, pero es extraña a la naturaleza y al espíritu
de Cristo. Esta ciencia no lo lleva a Aquel que es vida y salvación.
Las almas pobres y afligidas con las cuales usted se relaciona han
necesitado más de su atención de lo que han recibido. Usted tiene a
su alcance la oportunidad de animarlos para que miren a Jesús; para
que al contemplarlo, sean transformados por él a su imagen.
El verdadero conocimiento de Jesucristo guiará su mente... en
una dirección segura. Éste otorga la inspiración para la verdadera
adoración. Es el compañerismo del alma con Aquel que es la vida.
Al ponerse en contacto con él, la mente se eleva hacia su corazón de
vida y se inspira con la esencia de su santificación.
Tenga mucho cuidado, mi hermano,... hacia dónde se inclina su
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fe. Jesús vive para hacer intercesión a su favor. Permita que su mente
sea una con la de Cristo. Al tener la mente de Cristo, no buscará
remontarse a alturas que finalmente lo rebajarán a las profundidades
más increíbles. No se enrede en cosas que le parecen tan atractivas
ahora, pero que no lo llevan a Cristo. Permita que su ambición se
eleve aún más, a un verdadero y puro compañerismo con Aquel en
quien puede gloriarse en forma segura. Entonces su religión será un
poder para el bien, y no comunicará lo que resultará ser una trampa
mortal.
Un llamamiento a la perfección
Nuestro Salvador entiende todo lo que se refiere a la naturaleza
humana, y él dice a cada ser humano: “Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Como Dios
es perfecto en su esfera, el hombre debe serlo en la suya. Los que
reciben a Cristo están entre la multitud de quienes se dicen estas
palabras esperanzadoras: “Mas a todos los que le recibieron, a los
que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de
Dios”. Estas palabras nos declaran que no debemos estar satisfechos
con nada menos que con el carácter mejor y más elevado, formado
a la similitud divina. Cuando tal carácter se posee, la vida, la fe y
la pureza de la religión son un ejemplo instructivo para otros. “La
justicia engrandece a la nación: mas el pecado es afrenta de las
naciones”...