Página 234 - El Ministerio M

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El Ministerio Médico
fulguró con indignación al contemplar las transacciones fraudulentas
que realizaban. Tomando un látigo de pequeñas cuerdas que había
sido utilizado para arrear el ganado hasta el templo, echó a los que
vendían y compraban, y derribó las mesas de los cambistas de dinero
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y las sillas de los que vendían palomas, diciendo: “Quitad de aquí
esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado”.
Entonces el Restaurador practicó su obra médica misionera. “Y
vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó”.
Los sitios de expendio de víveres y los lugares comerciales ne-
cesitan limpieza. Los abogados y la fraternidad médica necesitan
purificación. ¿Diremos que la obra médica misionera necesita lim-
pieza? Cristo, quien vino a nuestro mundo para revelar el corazón
de tierna compasión del Padre, nos ha mostrado los métodos que
los guardadores del sábado deben seguir en su trabajo. Estos son
especificados con claridad en el capítulo 58 de Isaías. Dios no ten-
drá parte en ninguna transacción con falta de honradez. El alma
que guarda el sábado recibe la señal del gobierno de Dios, y no
debe deshonrar esa señal. Al examinar detalladamente la Palabra
de Dios, podemos conocer si tenemos la señal del Rey, si hemos
sido escogidos y colocados aparte para honrar a Dios. Por favor leed
Deuteronomio 6:4-9
y
Ezequiel 20:12-20
...
Dios jamás permitirá que por las puertas perlinas de la Ciudad
de Dios penetre ninguna persona que no lleve la señal de la fidelidad,
el sello de su gobierno. Toda alma que sea salva albergará principios
puros, que procedan de la misma esencia de la verdad. Estará sujeto
con eslabones dorados al poder eterno y al amor del Dios de la
verdad. Debe ser leal a los principios de la Palabra de Dios, fiel al
pacto eterno que es una señal entre el hombre y su Hacedor.
Una conciencia enseñada por Dios
La justicia, alta y elevada, debe controlar la conducta. La fuerza
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de la mente, el conocimiento y el poder de la influencia nunca darán
al hombre los documentos que le aseguren la vida eterna. Dios
pesa la acción. Cada uno debe formar un carácter individual a la
semejanza del de Cristo. Debe tener una conciencia enseñada por
Dios. Debe ver detrás de cada promesa al Todopoderoso, con el cual
debe obrar como un agente para hacer su voluntad. Si el hombre no