Página 315 - El Ministerio M

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Los sanatorios y la educación
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sus movimientos con tanta agilidad como sea posible al trabajar. La
lentitud debe tratarse como una enfermedad que necesita curarse.
Toda institución tendrá supervisores entendidos en los trabajos
internos y externos, para que los auxiliares puedan prepararse y
evitar hábitos torpes e indolentes. La enfermera jefa debe elegir de
entre sus subordinados a los que puedan ayudarle a enseñar a los
ayudantes a realizar su labor con pulcritud y en forma detallada.
Nunca se debe alentar la lentitud. Todos deben tratar de trabajar
rápidamente y a la vez con limpieza y cuidado.
La enfermera jefa debe mostrar un cuidado maternal por las
jóvenes que están a su cargo. Debe mostrarles la conveniencia de
guardar mensualmente una porción de su sueldo, colocándola en
manos honradas. Ella debe inculcarles pulcritud en su modo de
vestir, y a la vez enseñarles que su vestido debe estar siempre limpio
y ser apropiado para el caso. Debe aconsejarles contra la vanidad y
la extravagancia en cualquier forma.
La eliminación del desperdicio
El que está a cargo de las finanzas necesita estudiar cuánto se
puede ahorrar en vez de cuánto se debe gastar. Hay que cortar todo
gasto innecesario. Que los ayudantes comprendan que el consumo
no debe exceder la producción. El desperdicio en un sanatorio es
asunto grave. Son muchos los que tienen que ver con las diferentes
ramas de la obra, y es esencial que entiendan la necesidad de la
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economía. La economía es una ciencia muy valiosa. Muchos mal-
gastan demasiado al no guardar los residuos. En muchas familias se
malgasta lo que podría sostener a una pequeña familia. Todas estas
cosas están incluidas en la educación que debe darse en nuestros
sanatorios.
El dinero es un tesoro necesario; que no se lo invierta en quienes
no lo necesitan. Alguien necesita vuestras ofrendas voluntarias.
Los que tienen recursos muy a menudo no piensan en cuántos hay
en el mundo que pasan hambre privados de alimentación. Ellos
pueden decir: “Yo no los puedo alimentar a todos”. Pero al practicar
las lecciones que Cristo dio sobre la economía podéis alimentar
a uno. Puede ser que podáis dar de comer a muchos que ahora
necesitan alimento para el cuerpo. Y también podéis nutrirles el