El poder curativo de la vida al aire libre
Los alrededores de un sanatorio deben ser tan atractivos como sea
posible. La vida al aire libre es un medio de obtener salud y felicidad.
Mientras los enfermos contemplan el escenario maravilloso, al mirar
el encanto de las flores, se aventurarán a dar unos pocos pasos fuera
de sus cuartos para recoger algunas flores, preciosas mensajeras del
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amor de Dios para su familia afligida de aquí abajo. En el jardín y
en la huerta, el enfermo encontrará salud, alegría y pensamientos
felices...
¡Qué influencia tiene la vida al aire libre entre las flores y los
árboles cargados de frutos sobre los que están enfermos tanto del
cuerpo como del alma! Luego de permanecer por un corto tiempo
en un sanatorio ubicado en medio de las bondades de la naturaleza,
la esperanza empieza a desplazar al desespero. El corazón es subyu-
gado por los objetos preciosos que hay en la naturaleza, los que el
gran Artífice Maestro ha dado a la raza humana como ilustraciones
en las cuales están delineados su bondad y su amor...
Animad a los pacientes a vivir en el exterior. Haced planes para
mantenerlos al aire libre, donde se familiaricen con Dios mediante la
naturaleza. Al hacer ejercicio al aire libre, empezará la restauración
del cuerpo, la mente y el alma. La vida al aire libre, lejos de las
ciudades congestionadas, es restauradora de la salud. El aire puro
tiene en sí salud y vida. Al ser inhalado tiene un efecto vigorizador
sobre todo el organismo...
Los que están relacionados con nuestros sanatorios deben hacer
todo esfuerzo por alentar a los pacientes a vivir al aire libre, hasta
donde les sea posible. La naturaleza es el gran médico que los
sanará de todas sus dolencias, tanto espirituales como físicas. Todo
lo que se pueda debe hacerse para dar a los que llegan a nuestros
sanatorios buscando tratamiento, la oportunidad de vivir al aire libre
hasta donde sea posible. Los pacientes deben tener las ventajas
que proveen los alrededores naturales. La naturaleza es la gran
restauradora del alma y del cuerpo.—
Manuscrito 43, 1902
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