Una obra unida
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Cristo tuvo relación con todas las ramas de la obra. Él no hizo
ninguna división. No pensó que usurpaba los derechos de los mé-
dicos cuando sanaba a los enfermos. Proclamó la verdad, y cuando
los enfermos venían a él buscando curación, les preguntaba si creían
que él podía sanarlos. Estaba tan listo a colocar las manos sobre el
enfermo y el afligido para curarlos, como lo estuvo para predicar
el evangelio. Se sentía tan en lo suyo haciendo esta labor como
proclamando la verdad; pues la curación de los enfermos es parte
del evangelio.
El ministerio del evangelio es llegar a la gente donde está, sea
cual fuere su condición, o su posición, y ayudarles en toda forma
posible. Puede ser necesario que los ministros vayan a la casa de
los enfermos y decir: “Estoy listo a ayudaros y haré lo mejor que
pueda. No soy médico; pero sí, ministro, y me gusta ministrar a
los enfermos y afligidos”. Los que están enfermos del cuerpo casi
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siempre están enfermos del alma, y cuando el alma está enferma, el
cuerpo se enferma también.—
Manuscrito 62, 1900
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