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El Ministerio Médico
reconocer siempre el derecho que Dios tiene sobre nuestros talentos,
nuestra propiedad, nuestra influencia y nuestro yo individual. De-
bemos aprender cómo tratar este don de Dios, en mente, en alma y
en cuerpo, para que como posesión comprada por Cristo podamos
rendirle un servicio con sabor de salud.
La integridad de Daniel
¿Por qué Daniel y sus compañeros se negaron a participar de
la mesa del rey? ¿Por qué rechazaron sus viandas y vinos? Porque
se les había enseñado que esta clase de alimentación no mantenía
la mente y la estructura física en la mejor condición de salud para
rendir un servicio a Dios...
Ellos se esmeraron en mantenerse en contacto con Dios. Oraron
y estudiaron, e introdujeron en su vida práctica una mente estric-
tamente consciente y humilde. Anduvieron con Dios como lo hizo
Enoc. La Palabra del Señor era su alimento y su bebida. “En todo
asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló
diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en
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todo su reino”.
A la luz de esta historia bíblica, todo el testimonio del hombre
referente a las ventajas de una dieta a base de carne, o de una gran
variedad de alimentos, no debería tener el más mínimo peso en
ningún ser humano. Cuando los hijos de la fe se dediquen sin reserva,
con oración ferviente a Dios, el Señor honrará su fe y los bendecirá
dándoles una mente lúcida.—
Carta 73, 1896
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