Página 497 - El Ministerio M

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Apelación a un médico
Ud. no puede comprender cuánto más eficaces serían sus servi-
cios en el interés religioso, y cuánto más satisfactorios para usted
mismo, si siguiera la luz que se le ha dado... ¿Serán sus apetitos,
hábitos y prácticas de tal naturaleza que enseñarán a los que se
relacionan con usted a presentar excusas similares a las suyas para
justificar su complacencia de comer carne de cadáveres?
De vuelta a la dieta primitiva
El Señor se propone traer nuevamente a su pueblo a vivir de las
sencillas frutas, verduras y granos. Él llevó a los hijos de Israel al
desierto, donde no podían seguir un régimen carnívoro; y les dio el
pan del cielo. “Pan de nobles comió el hombre”. Pero ellos anhelaron
las ollas de carne de Egipto, y lloraron y clamaron por carne, a pesar
de que el Señor les había prometido que si se sometían a su voluntad
los llevaría a la tierra de Canaán y los establecería allí, como un
pueblo santo y feliz, y no habría enfermos en todas sus tribus; pues
él quitaría toda enfermedad de en medio de ellos.
La murmuración de Israel
Aunque tenían un claro “Así ha dicho el Señor”, se lamentaron y
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lloraron, y murmuraron y se quejaron, hasta que el Señor se indignó
contra ellos. Ya que estaban tan decididos a comer carne, él les dio
la misma dieta que les había quitado...
El Señor pudo haberles dado carne si ésta hubiera sido esencial
para su salud; pero él, que los creó y los redimió, los llevó en aquel
largo viaje por el desierto para educarlos, disciplinarlos y entrenarlos
en hábitos correctos. El Señor comprendía la influencia del consumo
de carne sobre el organismo humano. Él deseaba tener un pueblo
que en su apariencia física, mostrara las credenciales divinas a pesar
de su largo viaje...
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