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El Ministerio Médico
Uno de los mayores errores en que muchos insisten es la creencia
de que la fortaleza muscular depende de una alimentación de origen
animal. Pero los granos sencillos, los frutos de los árboles y las
verduras tienen todas las propiedades nutritivas necesarias para
constituir una buena sangre. Esto no lo puede hacer una alimentación
a base de carne.
Estamos hechos de lo que comemos, y el consumo de mucha
carne hará que disminuya nuestra actividad intelectual. Los estu-
diantes lograrían mucho más en sus estudios si nunca probaran la
carne. Cuando la parte animal del agente humano se fortalece al co-
mer carne, los poderes intelectuales disminuyen proporcionalmente.
Una vida religiosa se puede cultivar y mantener más exitosamente
si se descarta la carne, puesto que el régimen carnívoro estimula
las propensiones concupiscentes y promueve su intensa actividad, y
además debilita la naturaleza moral y espiritual. “Porque el deseo
de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne”.
Necesitamos urgentemente alentar y cultivar pensamientos puros
y castos, y fortalecer las facultades morales en lugar de estimular
los poderes inferiores de la carne. ¡Dios nos ayude a despertar de
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nuestros apetitos de complacencia propia!
Una causa de mortalidad
Los cánceres, los tumores y toda enfermedad inflamatoria se
deben en su mayoría al consumo de carne.
Por la luz que Dios me ha dado, debo decir que la prevalencia de
cánceres y tumores se debe en gran medida a una vida dependiente
mayormente del consumo de carne. Espero sinceramente y en ora-
ción que, como médico, usted no permanecerá ciego para siempre
acerca de este asunto, pues la ceguera se mezcla con una falta de
valor moral para negarse a complacer su apetito y para llevar su cruz;
lo cual significa cumplir los mismos deberes que se oponen a los
apetitos y pasiones naturales...
Se me ha presentado el asunto en diferentes aspectos. La morta-
lidad ocasionada por la ingestión de carne no se discierne; y si así
fuera, no escucharíamos más argumentos ni excusas en favor de la
complacencia del apetito por la carne. Tenemos plena provisión de