Ubicación rural para las instituciones
Hasta donde sea posible, nuestras instituciones debieran estar
lejos de las ciudades. Debemos tener obreros para estas instituciones,
y si están en la ciudad, eso significa que las familias de nuestro
pueblo deben estar cerca de ellas. Pero no es la voluntad de Dios
que su pueblo se establezca en las ciudades, donde hay tumulto y
confusión constantes. Los hijos de ellos deben quedar libres de esto,
pues todo el organismo se desmoraliza por el afán, la prisa y el ruido.
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El Señor desea que su pueblo se traslade al campo, donde puedan
conseguir tierra y cultivar sus propios frutos y verduras, y donde
sus hijos puedan estar en contacto directo con las obras de Dios en
la naturaleza. Llevad vuestras familias lejos de las ciudades, es mi
mensaje.—
Carta 182, 1902
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