Página 567 - El Ministerio M

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Colaboradores con Cristo
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ejemplo de Cristo, ministrando a los que les rodean. Deben cumplir
fielmente los votos hechos en su bautismo, de que practicarían las
lecciones enseñadas en la vida de Cristo. Mediante la santificación
de la verdad como es en Jesús deben plantar en los corazones los
principios vivos de la fe salvadora. Han de trabajar unidos para
mantener vivos en la iglesia los principios de abnegación y sacrificio
propio que Cristo, con su divinidad vestida de humanidad, siguió en
su obra médica misionera. Es la comunicación del amor y la bondad
de Cristo lo que imprime su eficiencia a las actividades misioneras.
Un ejército de obreros
El Señor Jesús desea que los miembros de su iglesia sean un
ejército de obreros, que trabajen para él según sus diversas aptitudes
y al hacerlo demuestren los principios de la abnegación y el sacrifi-
cio propio. Que preserven así ese amor por Dios que los separó del
mundo y que los unirá, apartándolos de las confederaciones separa-
das y de los partidos distantes. La obra debe ser grandiosa; un todo
armonioso en Cristo Jesús. La fe que obra por amor y purifica el
alma es la agencia santa elevadora y santificadora que debe suavizar
y subyugar la discordante naturaleza humana. El amor de Cristo
debe constreñir a los creyentes, haciéndolos unirse en una acción
armoniosa en la cruz del Calvario. Al vivir los principios que los
separaron del mundo, se unirán entre ellos por los sagrados lazos
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del amor cristiano.
Haced las obras de Cristo
Con gracia en el corazón los creyentes deben hacer las obras de
Cristo, colocándose de su lado con alma, cuerpo y espíritu, como
su mano humana, al compartir su amor con los que están fuera
del redil. Los creyentes deben unirse en una comunidad cristiana,
considerándose entre ellos como hermanos y hermanas en el Señor.
Deben amarse mutuamente como Cristo los amó. Deben ser luces
para Dios, que brillen en la iglesia y en el mundo, recibiendo gracia
tras gracia al impartirla a los demás. De este modo son guardados
constantemente en cercanía espiritual a Dios. Reflejan la imagen de
Cristo.