564
El Ministerio Médico
El amor santificado es amplio, se difunde y no puede ser restrin-
gido por el hogar o la iglesia. Este amor quiere salvar a las almas
que perecen. Cada corazón que ha sentido el amor del Salvador que
perdona el pecado, halla afinidad con todo otro corazón cristiano.
Los verdaderos creyentes se unirán entre ellos para trabajar por las
almas que están a punto de perecer. Que ninguno de nuestros mi-
nistros gaste tiempo y energía trabajando por los que conocen la
verdad. En lugar de ello, que busquen a los que están fuera del redil,
y se animen mutuamente en una actividad sincera, de esfuerzos bien
definidos y santificados, para salvar a las pobres almas que están
pereciendo en sus pecados.
Una iglesia viva
Cuando nuestras iglesias cumplan el deber que pesa sobre ellas,
serán agencias vivas y activas para el Maestro. La manifestación
del amor cristiano llenará el alma con un fervor profundo y más
ferviente para trabajar en favor de Aquel que dio su vida para salvar
al mundo. Siendo buenos y haciendo el bien los seguidores de Cristo
expulsan el egoísmo del alma. A ellos, el sacrificio más costoso
[422]
les parece demasiado barato para ofrendarlo. Ven una gran viña en
la cual trabajar, y comprenden que deben prepararse por la gracia
divina para laborar en forma paciente y dedicada, a tiempo y fuera
de tiempo, en una esfera que no conoce límites. Obtienen victoria
tras victoria, creciendo en experiencia y eficiencia, extendiendo en
todas partes sus esfuerzos fervorosos por ganar almas para Cristo.
Utilizan su experiencia creciente para lograr el máximo bien; tienen
el corazón derretido por el amor de Cristo.
Oportunidades
Todos pueden trabajar en favor de los que están fuera del arca
de la seguridad. Cuando los miembros de la iglesia se dedique al
servicio de Dios y decidan hacer obra misionera, cuando acepten
el trabajo desinteresadamente porque aman las almas por las que
Cristo murió y desean unirse con el gran Médico Misionero, el Señor
vendrá muy cerca de ellos para instruirlos. La vida está llena de
oportunidades para los misioneros prácticos. Todo hombre, mujer y