No como negocio especulativo
Durante los últimos meses, he estado excesivamente ocupada
escribiendo la instrucción que se me ha dado como testigo y mensa-
jera del Señor. A menudo, he escrito diez páginas antes que otros se
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hayan levantado en la mañana. Se me ha obligado a dar mensajes
urgentes.
El Señor sabe todos los peligros que nos rodean en este tiempo.
Conoce nuestras necesidades. El sabe la fortaleza que necesitamos
para poder levantar la verdad en su carácter santo y elevado, y él
suplirá nuestras necesidades. No debemos deprimirnos por ninguna
clase de prueba que venga.
Quiero decirle que si Dios abre el camino a los hermanos en
otras partes de Australia para que compren propiedades que puedan
utilizarse en la obra del sanatorio—como el lugar que el hermano __-
___ me ha descrito en su carta—, no se lo prohibáis. No expreséis ni
una palabra de reconvención. Hay muchas ciudades donde trabajar,
y la obra médica misionera no debe circunscribirse a unos pocos
centros.
Por un largo tiempo el sanatorio de Battle Creek fue la única
institución médica manejada por nuestro pueblo. Pero por muchos
años se nos ha revelado que los sanatorios deben establecerse cerca
de toda ciudad grande. Deben fundarse sanatorios cerca de ciudades
como Melbourne y Adelaide. Y cuando lleguen las oportunidades
para establecer la obra aun en otros lugares, nunca debemos alargar
la mano y decir: “No, Ud. no puede despertar interés en otros lugares,
por temor a que merme nuestra clientela”.
Si la obra del sanatorio es el medio por el cual debe abrirse el
camino para la proclamación de la verdad, alentad y no desaniméis
a los que tratan de hacerla progresar.
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